1 Nada y todo de especial

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Avery Sinclaire no era particularmente hermosa, no tenía un cuerpo de infarto, no resaltaba entre una multitud de gente, no era el tipo de chica que te llamara la atención, ni siquiera era alguien por quién te voltearias a ver. Avery Sinclaire, no tenía nada llamativo, si hubiera una palabra para definirla sería fantasma o gris, y en efecto es lo que era, un ente que vagaba entre una multitud de gente.

   Pero si ella no tenía nada que te hiciera voltear a verla, por qué no podía dejarla de mirarla, por qué no podía sacarme de la cabeza esa manía que tenía de pasarse la lengua y tocarse su diente chueco que seguro lo torció al adquirir el mal hábito, por qué no podía dejar de pensar que su aroma corporal era la fragancia más exquisita, porque definitivamente no podía dejar de ver sus labios cuándo ella se distraía jugando con su boca, y soñaba con delinear con mi dedo índice su arco de cupido bien marcado, su boca algo pequeña, pero a mí parecer tenía la medida justa. Ella me hacía perder la cordura, soñaba cada noche con esos simples y muy comunes, ojos cafés, que los de ella de comunes no tiene nada.

   Sí, yo estaba enamorada y puede ser que algo obsesionada con Avery Sinclaire, pero ella me estaba prohibida, era, es la hermana gemela de mi mejor amigo.

   Todo estaba bien, yo había logrado superar mi enamoramiento adolescente, ella se había marchado del pueblo, había estudiado y hecho su vida lejos, hasta supe que se había casado y algo que no duró mucho, ya que estaba tramitando el divorcio. Avery no volvió al pueblo, al menos no por mucho tiempo, o por el tiempo suficiente para volver a revivir mi enamoramiento por ella. Ella estaba divorciandose de una misteriosa esposa, yo estaba por casarme. Ella era muy gay, yo por ella, era lo suficientemente gay. Ambas volvíamos de nuevo a estar juntas en un mismo lugar.

   ¿El único problema? Yo me estoy por casar con su hermano, ella es mi cuñada y acabo de mentir yo aún no había superado mi enamoramiento y ella volvía de nuevo al pueblo.

   —Hola Avy. Al fin llegas, pasa.

   —Hola mamá, ¿y Yavery?

   —En el comedor con Sky.

   Creí que podía hacerlo, que podría con esto, que no sería tan difícil volver a verla, pero me equivoqué porque ahora parada frente a mí, no queda nada de la adolescente tímida que usaba ropa holgada porque no se sentía cómoda con su cuerpo, ya que tenía algo de sobre peso, algunas espinillas de la adolescencia y ese maldito diente chueco que cada vez que se reía cuándo hablábamos se le veía tan lindo. Frente a mí ahora, esta parada una Avery adulta, una mujer madura, que tiene unos jeans que le marcan un buen trasero, y las caderas un poco anchas, su blusa es algo holgada pero el contorno del pecho marca unos senos que se ven firmes y algo grandes, su rostro tiene líneas bien marcadas en su mandíbula y las líneas que se marcan ahora que sonríe son más notorias y ahí está, ese diente algo chueco que llevo amando como a ella, desde siempre.

   —Hola.

  —Al fin llegas —le dice seco, mi novio y yo le sonrió como boba—. Te esperabamos mañana.

   —Sí, bueno. Pensé en darles una sorpresa, así que sorpresa. Ella es Uma.

  Miramos ambos a su perra que es un Golden retriver, sentada firme al lado de ella, le ladra a Yavery en cuánto se acerca un poco a su dueña advirtiéndole.

  —No le gustan los extraños, está bien entrenada —Pero en cuánto a mí, me olfatea parándose en dos patas para que la acaricie—. Bueno, no le gustan algunos extraños —se corrige.

  —Acá está tu cuñada —él se quita de en medio y al fin puedo verla mejor, tiene el cabello lacio y brillante, y aunque usa maquillaje su expresión es cansada—. Voy a ayudarle a papá con el auto, ya vengo.

Quiero robarme a la noviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora