20 Los trapitos al sol

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Estamos las cuatro sentadas, ellas no me miran, ni se miran entre ellas.

   —Emily es la amante de Yavery desde hace años —Nat mira a la rubia rápidamente—, de hecho sus hijos, son hijos de ambos. Nat no haré lo siguiente por ti, así que te toca.

   —Soy gay —Emily la mira extrañada—. Avery es mi ex esposa.

   —¿Te casaste y no nos dijiste?

   —Soy gay y no les dije Em —le responde ella.
 
   —Eso es lo de menos ¿Crees que nos importa a quién te llevas a la cama?

   —Ciertamente a ti, no te importa —le digo y ella vuelve a bajar la mitada quedándose callada.

    —Como yo lo veo, no solo crecimos siendo adultas, sinó que también crecieron las mentiras entre nosotras —tomo tres copas y las lleno de vino, le doy un trago y Nat me mira levantando una ceja—. No estoy embarazada, nunca lo estuve, en realidad...

   —Yo estoy embarazada de Yavery, y cambié los evatest para que ella no lo dejara y se casaran, ya que eso lo haría a él, muy feliz.

   «¡Que dañadas estamos todas! Yo me casé con la chica que siempre me gustó en secreto y lo arruiné, Emily aceptaba las sobras de amor de Yavery y Sky se conformó con el hermano por no tener el valor de ir detrás de Avery» piensa Nat.

   «Creo que todas la que peor actuó a espaldas de ellas fui yo ¿Cómo pude seguir con Yavery, aún después de que ellos estuvieran juntos y él me dijera que jamás se haría cargo de sus hijos o estaría conmigo? Que ciega fui, arruiné mi matrimonio y mi amistad con ellas. Sky jamás va a perdonarme». Piensa Emily.

   «Aunque debería y quisiera no puedo odiar a Emily, en algún punto que se haya encaprichado o enamorado de mi ex, me libró de un casamiento y me dió la salida "fácil" de las cosas, aunque claro que es la que peor obró, aún así, ya no confío en ella. Me engañó con un embarazo, se cogía a mi ex en nuestra casa y cama, y tuvo a sus hijos, los mismos niños que me llaman tía Sky. Siempre me pregunté por qué su esposo la dejó de la noche a la mañana y ahora, lo sé. En cuánto a Nat, supongo que le quedó barato el secreto al lado del de Em». Piensa Sky.

   —Creo que tienen que hablar las tres a solas —dice Avery—, espero afuera —me da un beso en la mejilla y antes de que le pida que no se vaya, ya está abriendo la puerta.
 
    Decido empezar por lo más liviano.

   —¿De verdad pensaste que te juzgaríamos por ser gay?

   —Ni siquiera yo puedo aceptarlo aún —dice Nat bajito— ¿Saben el peso que tiene llevar mi apellido? Lo que esperan de mí es que me case con algún imbécil de traje, de preferencia con varias propiedades a su nombre que mi familia apruebe. Pero no, tuve que enamorarme —me mira con culpa—, de una mujer, me casé en las vegas a las apuradas cuándo ellos presionaron para que formalizara con un imbécil que tenía más nombres que Jhon Snow y una alitosis severa, un tal Sir Athur de Kingston no sé qué. Cuándo se enteraron quisieron anularlo y amanecé con hacerlo público. Llegamos a un acuerdo, podría permanecer casada en la intimidad, y en público ella sería mi "amiga" y asistente o empleada del aseo. Ni siquiera tuve los ovarios para pelear por mi relación pública.

   —Ella merece más que una relación en las sombras Nat.

   —Lo sé —se limpia las lágrimas—, y yo no podía darle eso. No sabes cuánto me lamento no haberle podido dar el reconocimiento público, es la persona más desinteresada que conozco. Sé que aguantó porque me quería, y porque se quería se fue y me pidió el divorcio. Está mejor contigo Sky —se limpia las lágrimas y sale afuera.

Quiero robarme a la noviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora