Oler una flor

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Era una de esas semanas en la que dormir 3 horas al día ya eran un inmenso logro.

Y en un día tenia por obligación que sacar al perro, pos llevaba mucho tiempo sin respirar aire fresco, trancado en aquel ambiente hogareño pero hostil por más de un mes, pero nada mentira me obligaron a sacarlo, posibilidades que tiene las madres.

Pero en dos horas tenía una reunión, en 45 minutos tenía que ir a terminar de organizar un negocio que iba a comenzar al día siguiente, y me faltaba por leer una exposición que debía realizar el fin de semana.

Pero nada mamá mando así que ni modo. Pero como todo lo que se hace deprisa al salir me doy cuenta de que se me quedaba el agua, y cuando ya estaba afuera con el más desesperado del mundo note que olvidaba también su juguete con el cual lo entrenaba.

Pues nada fue más atraso la salida que el iluso intento para no tener que sacarlo. El camino fue entero con el celular en las manos y corriendo hacia todos los lados, y él feliz de la vida, metiéndose con todos y llenando la ciudad de cuanto excremento y orina podía soltar su cuerpo.

Luego suena el celular, era el dueño del proyecto que estaba preocupado porque no le había enviado el folleto, cuando de pronto entre tanto habla y habla, explica y explica, noto que no estoy avanzando, y halaba y se detiene el perro, y se detiene el perro…

Cuando volteo a ver qué era lo que estaba deteniendo al perro, observo que su único afán, era detenerse a oler una flor, todo aquel espectáculo, era porque él quería oler una flor… entonces ahí fue cuando entendí todo…

Entendí que quizás la vida solo sea momentitos, o tan solo sea el disfrute de un día detenerse a oler una flor… tome el móvil, y cancele todo, apague el móvil y lo guarde en el bolsillo. Volteé hacia Aquiles y le dije:
Hoy el día es para ti y para mi.

Fragmentos de mi mente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora