(La Gata Rompe-hogares al ataque Parte 1.)
Xie Lian iba a prisa, dando pasos largos, hacia el teatro al aire libre. Tenía que ir a dar la señal para comenzar. Al llegar aparentaba que ya estaba el escenario listo, y el sector de gradas iluminado con infinidad de faroles volantes. Había un viento fresco a causa de la entrada del otoño, por eso debería de comenzar ya, para no pasar de unas cuatro varitas de incienso. Mu Qing se ofreció a ser el maestro de Ceremonias y aún no se veía al frente. Los invitados asistentes ya estaban en sus lugares. En primera fila al frente, los emperadores, sus padres elegantes expectantes con emoción en el rostro.
- Dile a Mu Qing, que venga un momento. – le indicó a su asistente. - Quiero ver el programa.
- Si su alteza en seguida. – respondió Wu Ming haciendo una reverencia y se alejó con rapidez.
- ¿Dónde está Xiao Ying? – preguntó el príncipe.
- La iré a buscar – respondió otro asistente.
En ese momento, una figura de rojo apareció hacia su derecha. Parecía que una magia extraña había inundado todo el lugar pues las miradas se dirigieron hacia el nuevo oficial imperial. Un hombre alto elegante, atractivo, que emanaba sensualidad caminaba con pasos largos seguros sin ser pesados. Sus ropas y cabello danzaban rítmicamente, y un aroma floral con esencias orientales se desató por todo el lugar. Hua Cheng se acercó a Xie Lian y le tomó por el codo saludando
- Gege, llegaste. ¿Dónde te vas a sentar?
- Por allá están nuestros asientos. Después del emperador sigue la emperatriz, y luego está el asiento de Xiao Ying, sigo yo, luego está tu asiento, a un lado de tus doncellas.
- ¡Oh! - Dijo con sorpresa. Entonces esperaré por Gege.
- Tus dos damas te están esperando. Si gustas adelántate y atiéndelas. – Xie Lian le hizo señas con los ojos, que aprovechara para hablar con ellas. Pero en la mente de Hua Cheng solo había una cosa. La emperatriz estaba allí, y quedaba sentada a dos asientos de él y los lugares estaban vacíos. Le tocaría enfrentarla solo y no quería.
- Gege, ¿estás seguro de que vaya solo? – dijo con expresión de angustia. El rubor se le subió al rostro y comenzó a sudar.
- No te preocupes. Mi madre no muerde. Ji, ji, ji. – Se sonrió el príncipe cubriendo su boca con el dorso de su mano.
- Gege, no me hagas esto... Creo que no sabré como enfrentar a...
- A tu suegra. Ja, ja, ja. – dijo Xie Lian en un susurro cerca de su oreja, riendo de lo lindo.
- Ah bueno... entonces es oficial, soomoosss... - le devolvió el susurro, pero este venía acompañado de una melodiosa y sexi voz que reverberó en todo el cuerpo del príncipe, y le pregunto con picardía. - ¿Qué somos Gege?
- No lo sé. Tú dímelo. – respondió, Xie Lian riendo bajito tapando su boca y con el rostro completamente ruborizado, pero por supuesto solo él lo sabía porque debajo de aquella máscara que lo hacía inmune a las miradas curiosas nadie se daba cuenta.
- Bueno, si tu dices que ella es mi suegra, entonces somos esposos y tengo derecho a dormir con mi esposo esta noche. – Le dijo y Xie Lian brincó
- ¡Oh!... – y su mirada de sorpresa hizo reír a Hua Cheng. - Tú ganas...
- Bien, espérame despierto. Y mejor sino está la futura...
- ¿Qué pasará con las dos que te esperarán en tus aposentos?
- Yo me encargo... al fin que estamos muy cansados hoy quizás debamos prescindir de su compañía. ¿No crees Gege?
- Bueno... - dijo, pero su rostro se quedó paralizado. "¿Qué exactamente acababa de ocurrir? ¿Acaso se había comprometido con San Lang a pasar la noche en sus aposentos privados? Pensó. "¿Cómo demonios voy a arreglar esto? ¿Quedé con Wu Ming que me despertara temprano? No es que me importe mucho la opinión de la servidumbre, pero que se enteren así de golpe que soy... ¿qué soy?" su pensamiento comenzó a volar y olvido por completo donde estaba. Hasta que alguien le habló
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UNA ESPOSA PARA EL PRÍNCIPE
RomanceÉrase una vez, en un vasto imperio, nació el Príncipe Xie Lian, tan amado por los dioses que, fue dotado con una gran belleza, múltiples dones y un corazón bondadoso. A sus trece años es enviado, como emisario de paz, a un viaje por todo el imperio...