EL BANQUETE DE COMPROMISO
El Príncipe Xie Lian, bajó del carro. Al poner los pies sobre la alfombra, de inmediato se inclinó, con la frente tocando el suelo, mostrando lealtad a sus padres, los emperadores. Su padre con un gesto le indicó al guardia que le permitiera continuar y Xie Lian se levantó y comenzó a caminar despacio y solemne, juntando las manos en reverencia. No portaba armas. No era propio del momento, aunque en su posición sí tenía derecho a portar una espada, tenía cuatro guardias personales, que sí podían portar sus armas para su defensa. Pero que en este momento estaban de pie en la entrada esperando se les diera la orden de ingresar.
Los latidos de su corazón golpeaban fuerte en su pecho. Sus ojos levemente húmedos, no había sonrisa en sus labios apretados, haciendo un esfuerzo para mantenerse sereno. Hubiera querido correr, para abrazarlos, pero no estaba permitido correr frente al emperador, ni en los pasillos del palacio, por mucho que fueran su padre y su madre, el protocolo dictaba lentitud y solemnidad. Tenía que actuar con cautela sino quería ser ensartado con cinco mil espadas, y acabado allí mismo. Comenzó a contar los pasos mentalmente de la interminable caminata, para sentirse seguro, pero perdía la cuenta su mente divagaba y volvía a empezar. Sentía que se ahogaba y no podía respirar, pero se contuvo. Cinco años, habían pasado desde que se fue, dejando el amor, cuidados y mimos de sus padres, para irse a vivir y crecer sin ellos. Anhelaba las caricias de su madre, extrañaba los juegos y enseñanzas de su padre, la paz y tranquilidad de aquellos jardines, los hermosos pabellones cómodos, pero reconocía que esta etapa, crucial para su crecimiento en muchas áreas de su vida era fundamental.
Subió lentamente las gradas de la entrada, al llegar se paró frente a ellos con las manos juntas, la cabeza inclinada, ocultando un rostro lleno de lágrimas. Las emociones de los tres estaban a flor de piel, eran muchos años separados.
Su padre lo abrazo fuerte y lo soltó diciendo – Bienvenido hijo. Esta es tu casa. En el gran salón hay un banquete en tu honor. Ya te estábamos esperando. Allí nos relataras tus aventuras.
- Gracias Padre, te extrañé. – Respondió Xie Lian, con el rostro visiblemente compungido. Hizo un ademan juntando las manos e inclinando la cabeza y su padre lo tomó de los dos brazos, con fuerza y una gran sonrisa ronca muy baja casi gutural y lo soltó. Luego se giró inclinándose hacia su madre.
Ella lo abrazó diciéndole al oído – Amado hijo, has vuelto a casa, cumplido con tu deber y con la penitencia. ¡Eres libre! – y lo soltó, acariciando sus brazos y su rostro diciendo - Has crecido, estas muy alto, muy guapo, se te ve sereno. Te has destapado tu hermosa cabellera, a pesar de tenerlo prohibido. Luego hablaremos. Caminemos al Banquete Real. – Xie Lian, algo incómodo respondió
- Madre, mi único y verdadero amor, cuanto te he extrañado. – acercándose, la tomó por los brazos y le dio un beso en cada mejilla, luego dijo - No regañes a tu hijo después de no verlo por muchas lunas. Recuerda que llevaba dos sacerdotes que fueron mi guía espiritual. No tienes qué temer.
- ¿Soy tu único amor? – preguntó la emperatriz con una sonrisa en los labios
- Sí, madre lo prometo. – Respondió Xie Lian.
- Ya veremos en el banquete - dijo con un indicio de picardía que a él le pareció muy sugestivo, como si quisiera decir algo más. Pero ya no preguntó y los tres se dirigieron hacia el banquete.
Su padre preguntó – ¿Llegaron Feng Xing y Mu Qing contigo?
- Sí padre. Solo fueron a presentar sus respetos a sus respectivos padres y volverán al ser liberados. – Respondió el joven con una media sonrisa.
- Sus padres están aquí. – Afirmó el emperador. - Un momento - y se detuvo en la marcha - enviaré a alguien a buscarlos – llamó a un asistente – Ve a buscar a Feng Xing y Mu Qing, se fueron a sus casas. Adviérteles que antes de ingresar al palacio deben presentarme sus respetos. Luego iremos al banquete real. – Si señor. – respondió el asistente inclinándose en una reverencia, volviéndose de inmediato se fue corriendo.
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UNA ESPOSA PARA EL PRÍNCIPE
RomantizmÉrase una vez, en un vasto imperio, nació el Príncipe Xie Lian, tan amado por los dioses que, fue dotado con una gran belleza, múltiples dones y un corazón bondadoso. A sus trece años es enviado, como emisario de paz, a un viaje por todo el imperio...