Xie Lian, salió del desayuno con sus padres. Ya era casi media mañana. Se dirigió hacia su pabellón, acompañado del personal de servicio. Caminaba visiblemente feliz. Iba ordenando el programa para la velada artística de la noche. De pronto le vino algo a la mente y le preguntó al asistente de recámara
- ¿Dónde está la joven Xiao Ying?
- Instalada en sus aposentos su alteza, como usted lo pidió. – Respondió el recámara.
- ¿La dejaste en el dormitorio privado o en el compartido? – preguntó Xie Lian.
- No sabía en cuál la querría y la dejé en el compartido. Supuse que usted necesitaría de vez en cuando un poco de privacidad. – Respondió haciendo una reverencia.
- Perfecto. Me gusta que te adelantes. Tienes futuro en mi próxima selección de personal a mi servicio.
- Gracias su alteza. Trabajo con usted desde hace muchos años.
- ¿En serio? – replicó el príncipe, girándose para verlo a la cara, sorprendido de no haberlo notado.
- Sí, su alteza. Quizás no me recuerda, pero estuve con usted desde los tiempos del pequeño Hong Er. – Xie Lian se paró en seco mirándolo sorprendido.
- ¿Qué has dicho? – dijo, abriendo mucho los ojos, y lo detuvo con una mano en el pecho.
- Sí su alteza. Disculpé si cometí una indiscreción no debí mencionar eso.
- No, ninguna indiscreción, pero... eso. Realmente ya no lo recordaba. – expresó con una mano en la boca y bajando la mano que había detenido a su asisten de recámara. Es como si hubiera sido un sueño.
- Su majestad la emperatriz, mandó no hablar jamás de eso. Yo era entonces un adolescente de dieciséis años. Pero lo recuerdo todo perfectamente.
- No lo hables con nadie más. Quiero que me lo cuentes todo. Pero ahora no tengo tiempo. Por favor te espero mañana al amanecer en mi privado. Me buscas en el compartido. Me despiertas, aunque esté dormido.
- Si su alteza. – dijo inclinándose.
- Si me eres fiel, y haces todo lo que te digo con discreción seguirás a mi lado.
- No tiene que pedirlo su alteza. Yo le soy fiel a usted únicamente.
- ¿Eh? ¿A qué viene eso? – dijo y siguieron caminando. Xie Lian, tenía una perspicacia especial y sabía captar siempre algo más en las palabras de la gente y rápido notó una segunda intención.
- Su alteza, hay otros recamaras que le son fiel a su excelencia Mu Qing y hacen todo lo que él les pide. Inclusive si va contra usted.
- Oh... - dijo, pero con astucia ya no preguntó más. Sabía que, si presionaba demasiado, el recámara se asustaría y ya no hablaría. Así que se contuvo y lo dejó para el siguiente día. Jamás habría pasado por su mente que alguien estuviera en su contra, mucho menos a favor de uno de sus asistentes.
<¿Cuántos partidos habría entonces, dentro del personal? ¿No era que todos tendrían que estar a su favor y nadie en su contra? ¿Qué era lo que realmente estaba ocurriendo dentro de su palacio, con la gente, con el personal o con sus padres? ¿Había algún tipo de complot contra él?> pensó. Hizo su mano un puño colocándola en su boca con preocupación y luego carraspeó suavemente y dijo.
- Entrega al gabinete del emperador las carpetas de pedida de matrimonio para que les dé su aprobación. Y no olvides la de su alteza Hua Cheng también.
- Si su alteza. – respondió el asistente.
- Por favor, no tengo que recomendarte discreción. Se que soy joven y me falta experiencia. Pero no tengo reparos en enviar a alguien a la horca si me es desleal.
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UNA ESPOSA PARA EL PRÍNCIPE
RomanceÉrase una vez, en un vasto imperio, nació el Príncipe Xie Lian, tan amado por los dioses que, fue dotado con una gran belleza, múltiples dones y un corazón bondadoso. A sus trece años es enviado, como emisario de paz, a un viaje por todo el imperio...