SEMANA DE LAS ARTES

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 (Gata rompe-hogares parte 2)

- Reír... o llorar... es el dilema. – Dijo el hombre enmascarado en el escenario. El semblante blanco cual fantasma, deformado en una expresión mitad triste y mitad sonriente, se giró mostrando primero el lado sonriente y luego el lado triste de la máscara, en tanto expresó esa frase. Estaba parado en el centro del escenario, con una mano en la espalda y la otra en un puño en la boca, exactamente como acostumbraba Xie Lian, y rodeado por lo que parecían ser, dos asistentes de recámara y dos guardias reales.

Antes de iluminar todo el escenario, en la oscuridad, un grupo ingresó elementos de ambiente, como si fuera una habitación de un palacio. Colocaron una otomana, una mesa y una alfombra blanca redonda, de piel de animal.

El actor seguía parado en silencio, en el centro a penas iluminado. El parecido con su alteza el príncipe heredero era impresionante. Excepto en el tono de su voz, la del actor era más grave y tenía un toque de burla velada al hablar.

- ¿Su alteza...? – inquirió el artista que fungía como uno de los guardias reales a su lado.

- ¿Es la vida cruel verdugo, cuando quieres reír te impone la tristeza y debes llorar? – dijo el supuesto príncipe y caminó hacia la otomana. Se reclinó de medio lado, sosteniendo su cabeza con la mano. Y continuó su participación - ¿O es solo el designio de los dioses, que te torturan hasta hacerte sentir desdichado, cuando lo tienes todo para reír?

- Ni la vida, ni los dioses, su alteza. - Expresó el otro actor que representaba al otro guardia. – Solo la frívola casualidad que, juega con la realidad del camino.

- ¿Fu Yao, te ríes de mí acaso? – preguntó dirigiéndose al guardia.

- No me atrevería su alteza. Usted es el supremo príncipe heredero, nadie hay mas por encima de usted y todos estamos por debajo. – espetó haciendo una reverencia desmedida.

- ¿Es entonces casual que, hoy que vuelvo de este viaje de placer, en el que he reído en plena libertad, que he gozado sin medida, que mi corazón solo quiere evocar el delicioso aroma de las mieles vividas en aquella jornada junto a todos mis amantes, se me imponga la cadena del amor formal, enlazando mi cuello cual siervo a la cruel llama de la ofrenda? – dijo el actor de príncipe, con voz lastimera y aguda, haciendo ademanes exagerados de dolor en el pecho y tocando su cabeza con angustia. Todo el mundo rio al entender por dónde iba su drama.

El día que Xie Lian regresó, le fue notificado que tenía que casarse y el berrinche en el salón de la recepción fue notado por todos los asistentes. Estaban haciendo burla de aquel momento, ironizando el hecho de que, había viajado solo, sin autoridad y rodeado de montones de guardias y asistentes, casi todos hombres o era lo que insinuaban porque no había sido así, pues las asistentes de recamara de Xie Lian son más de diez jóvenes doncellas mujeres que han crecido con él y se rotan en rondas de tres días, pero eso poca gente lo sabe. El rostro de Xie Lian, debajo de su máscara se cubrió de rubor, no por vergüenza, sino por un sentimiento de disgusto al ver que era motivo de ridículo público.

- El amor no es dolor su alteza, es gozo. – dijo el otro guardia.

- ¿Te burlas de mi Nan Feng? – se puso de pie, acercándose al guardia retándolo con la mirada y el cuerpo.

- No me atrevería su alteza. Nadie hay por encima de ti, su magnífica majestad. Brillas cual astro luminiscente en el firmamento. Ni el rey sol del día te hace competencia. Y todos nosotros, opacas y diminutas titilantes estrellas, estamos por debajo de tu esplendor. – afirmó Nan Feng inclinándose en una reverencia algo exagerada. Era evidente que se estaban burlando del príncipe por su actitud de arrogancia, y su condición de favorito de los dioses.

UNA ESPOSA PARA EL PRÍNCIPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora