Han pasado un par de semanas desde que Gastón se enteró. No lo ha aceptado, y aún no le ha hablado a Peter, pero está comenzando a adaptarse. Sabe dónde he estado las noches que me voy sin explicación alguna, sólo para volver unas cuantas horas después. No hace preguntas.
Con respecto a las cosas con Peter, soy yo la que me estoy adaptando He tenido que adaptarme a sus reglas, porque no hay forma que Peter vaya a romperlas. He aprendido a dejar de intentar entenderlo, y dejar de permitir que las cosas se vuelvan muy tensas entre nosotros.
Hacemos exactamente lo que acordamos hacer en el comienzo, lo cual era tener sexo.
Mucho sexo.
Sexo en la ducha. Sexo en la habitación. Sexo en el suelo. Sexo en la mesa de la cocina.
Sigo sin haber pasado la noche con él, y a veces aún duele cuán cerrado se vuelve justo después que termina, pero aún no he descubierto una forma de decirle que no.
Sé que quiero más de lo que me está dando, y él quiere mucho menos de lo que quiero darle, pero por ahora, ambos estamos tomando lo que podemos. Intento no pensar en qué pasará el día que ya no lo pueda aguantar. Trato de no pensar en todas las cosas que estoy sacrificando al tener esta relación con él.
Trato de no pensar en todo eso, pero los pensamientos me invaden.
Cada noche, cuando me acuesto, pienso en ello. Cada vez que estoy en la ducha, pienso en ello. Cuando estoy en clases, en la sala de estar, en la cocina, en el trabajo... pienso en qué va a pasar cuando, finalmente, uno de nosotros entre en juicio.
***
—¿Lali es un apodo para algo más? —me pregunta Peter.
Nos encontramos en su cama. Acaba de llegar a casa después de cuatro días en el trabajo, y a pesar de que se supone que nuestro acuerdo es todo sobre sexo, aún estamos completamente vestidos. No estamos besándonos. Simplemente yace acostado junto a mí, haciéndome preguntas personales acerca de mi nombre, y me encanta más que cualquier otra que hemos pasado juntos.
Es la primera vez que me ha hecho una pregunta semi-personal. Y odio que me llene de tanta esperanza, cuando lo único que hizo fue preguntarme si Lali era un apodo.
—Lali es mi segundo nombre —respondo—. Era el nombre de soltera de mi abuela.
—¿Cuál es tu primer nombre?
—Mariana.
—Mariana Lali Esposito —dice, haciéndole el amor a mi nombre con su voz. Mi nombre nunca ha sonado tan hermoso como acaba de hacerlo ahora, saliendo de su boca—. Es casi el doble de sílabas que tiene mi nombre —dice—. Son un montón de sílabas.
—¿Cuál es tu segundo nombre?
—Mikel —dice—. Sin embargo, la gente siempre lo menosprecia y dice "Michael". Es irritante.
—Peter Mikel Lanzani —digo—. Es un nombre poderoso.
Peter se levanta, apoyándose sobre su codo, y me mira con una expresión llena de paz. Pone mi cabello detrás de mí oreja mientras sus ojos recorren mi rostro. —¿Pasó algo interesante esta semana mientras trabajaba, Mariana Lali Esposito? —Hay diversión en su voz. Una con la que no estoy familiarizada, pero me gusta. Me gusta mucho.
—En realidad, no, Peter Mikel Lanzani —respondo, sonriendo—.
Trabajé un montón de horas extras.
—¿Todavía te gusta tu trabajo? —Sus dedos acarician mi rostro, deslizándose a lo largo de mis labios, bajando por mi cuello.
—Me gusta —digo—. ¿Te gusta ser capitán? —Sólo le devuelvo versiones de sus propias preguntas. Creo que es seguro de esa manera, porque sé que solamente dará lo que está dispuesto a recibir.