Capitulo 28

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Caigo en la silla al lado de Cap, aún vestida de pies a cabeza con mi uniforme. Tan pronto como llegué a casa del trabajo, estudié por dos horas seguidas. Ya son más de las diez, y no he cenado aún, que es por lo que estoy sentada al lado de Cap justo ahora, porque ya conoce mis hábitos y
había ordenado pizza para los dos.

Le doy una rebanada y tomo la mía, luego cierro la caja y la coloco en el suelo frente a mí. Meto un gran pedazo en mi boca, pero Cap observa la rebanada en su mano.

—Es realmente triste que una pizza llega más rápido a ti que la policía —dice—. Ordené esta hace sólo diez minutos. —Le da una mordida y cierra los ojos como si fuera la mejor cosa que haya probado.

Los dos terminamos nuestras rebanadas, y me estiro para tomar otra. Niega con la cabeza cuando le ofrezco una segunda rebanada, entonces la pongo de vuelta en la caja.

—¿Entonces? —dice—. ¿Algún progreso entre el chico y su amigo?

Me hace reír que constantemente se refiere a Peter como el chico.

Asiento y respondo con la boca llena. —Más o menos —digo—. Tuvieron una exitosa noche de juegos, pero creo que sólo fue exitosa porque Peter pretendió que yo no estaba allí durante todo el rato. Sé que está tratando de respetar a Gastón, pero me hace sentir un poco como mierda en el proceso, ¿sabes?

Cap asiente como si entendiera. No estoy segura de que sea así, pero me gusta que siempre escuche tan atentamente. —Por supuesto, me escribió todo el tiempo en que estaba en la sala de estar sentado al lado de Gastón, así que supongo que tengo eso. Pero luego hay semanas como esta semana, en que ni siquiera está en el mismo estado, y es como si no existiera para él. Nada de mensajes. Nada de llamadas. Estoy muy segura de que sólo piensa en mí cuando estoy a diez metros de él.

Cap niega con la cabeza. —Lo dudo. Apuesto a que ese chico piensa en ti mucho más de lo que deja ver.

Me gustaría creer que esas palabras fueran ciertas, pero no estoy muy segura de que lo sean.

—Pero si no lo hace... —dice Cap—, no puedes estar enojada con él por eso. No fue parte del acuerdo, ¿cierto?

Ruedo los ojos. Odio que siempre me traiga de vuelta al hecho de que Peter no es el que rompe las reglas o los acuerdos. Soy yo la que tiene problemas con nuestros acuerdos, y esa no es culpa de nadie más que mía.

—¿Cómo me metí en este desastre? —pregunto, sin necesitar siquiera una respuesta. Sé cómo me metí en este desastre. También sé cómo salirme de él... es sólo que no quiero.

—Has escuchado la expresión, "¿Cuando la vida te da limones...?"

—Haz limonada —digo, terminando la frase.

Cap me mira y niega con la cabeza. —No es así como va —dice—. Cuando la vida te da limones, asegúrate de saber en los ojos de quién exprimirlos.

Me río, tomo otra rebanada de pizza, y me pregunto cómo diablos terminé con un hombre de ochenta años como mejor amigo.

***

El teléfono de la casa de Gastón nunca suena. Especialmente después de la medianoche. Aparto las sábanas y tomo una camiseta, luego me la pongo sobre la cabeza. No sé por qué me molesto en vestirme.

Gastón no está, y Peter no llega hasta mañana.

Llego a la cocina al quinto tono, justo cuando la máquina contestadora se enciende. Cancelo el mensaje, y entonces coloco el teléfono en mi oreja.

—¿Hola?

—¡Lali! —dice mi madre—. Oh Dios mío, Lali.

Su voz está en pánico, lo que inmediatamente me hace entrar en pánico. —¿Qué pasa?

Amor entre nubes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora