Capitulo 29

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Seis años antes...

—¿Qué pasa si resulta ser gay? —pregunta Martina—. ¿Te molestaría?

Está sosteniendo a Clayton, y ambos estamos sentados en la cama del hospital. Estoy al final de la cama de cara hacia ella, viéndola observarlo.

Sigue preguntando cosas raras. Haciendo otra vez del abogado del diablo.

Dice que tenemos que hablar de estas cosas ahora así no huiremos de ningún problema paternal en el futuro.

—Me molestaría si él sintiera que no puede hablar de eso con nosotros. Quiero que sepa que puede hablar de lo que sea con nosotros.

Martina le sonríe a Clayton, pero sé que su sonrisa es por mí.

Porque amó mi respuesta.

—¿Qué pasa si no cree en Dios? —pregunta.

—Puede creer en lo que desee. Sólo quiero que sus creencias –o la falta de ellas– lo hagan feliz.

Sonríe de nuevo.

—¿Qué pasa si comete un terrible, atroz y cruel crimen y lo mandan a prisión de por vida?

—Me cuestionaría dónde me equivoqué como padre —le digo.

Levanta la mirada. —Bueno, basado en este interrogatorio, estoy convencida que nunca cometerá un crimen, porque ya eres el mejor papá que nunca he conocido.

Ahora está haciéndome sonreír a mí.

Ambos miramos a la puerta cuando se abre y una enfermera entra.

Nos da una sonrisa apenada. —Es hora —dice.

Martina gime, pero no sé a lo que la enfermera se refiere. Martina ve la confusión en mi rostro.

—Su circuncisión.

Mi estómago se tensa. Sé que hablamos de esto durante el embarazo, pero de repente estoy arrepintiéndome, sabiendo lo que está a punto de pasar.

—No es tan malo —dice la enfermera—. Lo anestesiaremos primero.

Se acerca a Martina y comienza a tomarlo de los brazos de Martina, pero me inclino.

—Espere —le digo—. Permítame sostenerlo primero.

La enfermera retrocede un paso, y Martina me tiende a Clayton. Lo llevo frente a mí y bajo la mirada para observarlo.

—Lo siento mucho, Clayton. Sé que dolerá, y sé que es castración, pero...

—Tiene un día —interrumpe Martina, riendo—. Apenas hay algo que le puedan castrar aún.

Le digo que guarde silencio. Le digo que estoy teniendo un momento padre e hijo, y tiene que fingir que no está aquí.

—No te preocupes, tu madre se fue de la habitación —le digo a Clayton, guiñándole el ojo a Martina—. Como decía, sé que es como una castración, pero me agradecerás más tarde por esto. Especialmente cuando seas más adulto y te llegues a involucrar con las chicas. Con suerte no hasta después que tengas dieciocho, pero será más agradable alrededor de los dieciséis. Así fue conmigo, de todas formas.

Martina se inclina y alarga los brazos. —Es suficiente unión —dice, riendo—. Creo que necesitamos revisar los límites de conversación padre e hijo mientras esté siendo castrado.

Le doy un pequeño beso en la frente y se lo entrego a Martina. Hace lo mismo y se lo da a la enfermera.

Vuelvo a mirar a Martina y gateo hacia ella hasta que yazco junto a ella en la cama.

Amor entre nubes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora