|Prólogo|

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Los guardias esposaron a Hades con cadenas de hierro, bronce celestial y titanio

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Los guardias esposaron a Hades con cadenas de hierro, bronce celestial y titanio. El dios del Inframundo no podía soltarse de ellas. Respiraba profundamente en un intento de mantenerse firme. Sin embargo, solo quería gritar y golpear a su hermano, sentado en el trono frente a él.

—Mañana ya estarás en la Isla de los Perdidos —dijo Zeus—. Te prometo que el viaje no será tortuoso.

Hades no dijo nada. Sabía que nada bueno saldría por su boca: maldiciones, insultos.

Los guardias se llevaron a Hades a las cancelas del Infierno, donde sería custodiado hasta que emprendieron el viaje hacia el Suroeste. No discutió y no peleó con nadie, solo se dejó llevar.

Cuando los guardias iban a cerrar las puertas de su celda, cayeron uno tras otros a los pies de una mujer. Ella los había hechizado para noquearlos. La mujer de túnica blanca se acercó a Hades y lo liberó de sus cadenas.

—Esto no tendría que haber pasado —sollozó Hera con ansiedad—. Tienes que salir de aquí; huye. No puedes ir a esa maldita isla. No puedes dejar a Perséfone. No puedes dejarme a mí, aquí sola. No, Hades, no te lo permito.

—He intentado matar a tu hijo.

—Hércules no es mi hijo y lo sabes —gruñó la diosa—. Diremos la verdad. Y si alguien tiene que ir a ese horrible lugar...

Hades la obligó a mirarlo a los ojos. Los suyos se volvieron dorados.

—Yo te maldigo, Hera di Olympus, condenada a guardar tu mayor secreto en lo más profundo de tu corazón. Jamás lo dirás, solo lo recordarás y me extrañarás tanto como yo te extraño a ti... —Los ojos de Hades estaban llenos de lágrimas cuando volvieron a su color—. Lo siento, pero no puedo permitir que arruines tu vida.

Hera lo miró con odio en los ojos llenos de lágrimas. Se alejó cuando aparecieron nuevos guardias que volvieron a encadenar a Hades. Los hermanos solo compartieron una mirada de compasión.

Zeus apareció y se acercó a ambos. Frunció sus pobladas cejas.

—Escuchadme ambos —dijo—. Solo nosotros tres y Hércules conocemos la verdad. Si esto sale a la luz, tú —miró a Hades con odio— te pudirás en esa isla maldita. Y tú —miró a Hera— terminarás tan exhibida como yo en el público cuando diga que yo solo me vengaba tras que tú me engañaras con él.

—Ni se te ocurra —irrumpió Hades.

—Y tu pequeña y dulce esposa —siseó Zeus.

—¡No te acerques a Perséfone! —Hades intento echarse sobre él, pero solo consiguió que las cadenas tirasen de él.

—Eso solo dependerá de vosotros —lo miró a ambos—. Buenas noches, hermano.

Y Hades se sumió al hechizo para caer en un profundo sueño.

Hello!!! Espero que os haya gustado el prólogo. Por hoy no publico más porque me he cargado la pantalla del móvil y no he podido seguir escribiendo, pero intentaré traer más de un cap para la semana que biene. Nos vemos!!

|| And Ever || Carlos de Vil [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora