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Salvar a una diosa

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Salvar a una diosa

Los tormentosos ojos de Zeus estaban clavados en los de su hermano. Hades había vuelto a tener miedo, llevando a sus hijas tras de sí.

Las dos chicas miraban al hombre trajeado perplejas. Ben estaba cerca de ellos, pendiente también de la escena. Llamaban tanto la atención que el resto de sus amigos se acercaron a ellos. Carlos junto a Hela, Evie y Jay mirando por encima del hombro de Mal. Uma y Harry llegaban corriendo.

—¿Qué haces aquí, Zeus? —gruñó Hades con ferocidad.

—Quería ser una de los primeros en darte la bienvenida a casa, hermanito. Después de todo —dio pasos tranquilos—, este era tu hogar hace más de 3.000 años. Al menos, era el hogar de Hades, el Dios y rey del Inframundo, Señor de los muertos. Controlabas monstruos, tierras... Y ahora tienes una... piedra.

—Tengo todo lo que necesito con los mortales, gracias. Puedes volver a tu reino.

—¿Y tú?

—Te he dicho que estoy bien aquí.

—¿Con sucios mortales? ¿Con poderes de novatos?

—Vete —insistió Hades.

Zeus rio.

—Tanto músculo y tanto poder, pero sigues teniendo tanto miedo como ese niño al que Cronos devoró.

Hades se sintió pequeño.

—Tú eres Zeus —Hela dio un paso al frente, pero Hades se apresuró a alejarla.

—Tranquilo, hermano, dudo que tú preciosa heredera sufriera por mí... Hela de Olympia, hija del Inframundo y las Tinieblas... Sí, Hera y Apolo me han estado hablando de ti últimamente.

—Ni se te ocurra tocarlos —Hades avanzó peligrosamente—. No consentiré que toques a mi familia. ¿Acaso no has hecho ya suficiente daño?

—¿Por qué no le preguntas a tu adorada reina?

Hades soltó a sus hijas y se quedó mirando a Zeus con ojos desorbitados. Sus manos temblaban con miedo, su cabeza daba mil vueltas. La sonrisa retorcida de Zeus parecía deleitarse con la expresión de su hermano.

—¿Te acuerdas de lo que te dije aquel día antes de irte? ¿Cuando estabas en las mazmorras, haciéndole jurar a Hera que nunca diría nada?

—No le hagas daño a Perséfone; ella no tiene nada que ver —jadeó Hades—. Si quieres que me arrodille, lo haré —hincó una rodilla—. Pienso dirigir mis plegarias hacia ti, te daré todo mi reino y mi poder si quieres... Pero deja a Perséfone fuera de esto.

Hela miró a su padre anonadada. Eso era, todos esos años. Hades solo había permanecido en silencio durante 21 años solo para asegurarse de que su esposa estaba a salvo. La diosa con la que se había casado, a la que realmente había amado durante más de 2.000 años. Con la que había estado sin que Zeus lo hechizara.

|| And Ever || Carlos de Vil [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora