|| And Ever || Carlos de Vil [3]

▪︎ TWENTY THREE

Ojo por ojo

A Hades se le cortó la respiración.

—Hera —jadeó, cuando el rayo de Zeus impactó en su pecho, y ella cayó de rodillas con expresión ahogada.

Hades tomó el cuerpo de su hermana en brazos. Dónde había impactado el rayo comenzaba a ponerse negro y una marca similar a unas grietas se expandía a lo largo y ancho de su cuerpo. Hera emanaba icor de su boca y sus ojos temblaban.

—Hera... No, no, no, tienes que escucharme... Acabo de volver, no puedes irte... Me fui por ti, no te vayas ahora...

—No... No... —jadeaba la reina con la boca llena de icor dorado—. No quiero irme... No... No quiero irme, Hades...

—Tenemos que arreglar esto... ¡Apolo! ¡Haz algo, cúrala!

El dios rubio y magullado lo miró triste y avergonzado.

—No puedo, Hades. Nada puede curar un rayo maestro de Zeus...

Hades miró los ojos vidriosos de su hermana. Ni siquiera le quedaban fuerzas para sonreír. La negrura subía por su cuello y acunaba su rostro. Sus ojos se quedaron en blanco, dejaron de temblar. El icor se secó alrededor de sus labios y su inmortal corazón se secó finalmente, completamente frito por el rayo.

Las lágrimas caían por el rostro de Hades. Él, que había hecho todo lo que estaba en su mano para hacer que su hermana pasase una vida mejor... todo eso ahora era en vano. Hera estaba muerta en sus brazos, y Zeus la había matado.

Miró a su hermano lleno de ira. Zeus tampoco podía creerse lo que acababa de pasar, jamás pensó en matar a Hera de esa manera. Y, por supuesto, nunca tuvo la intención de que todos los vieran.

Hades se puso en pie y vio a Zeus dar un par de pasos atrás.

—Tú la has matado.

—Ha sido culpa tuya —se defendió Zeus.

Pero a Hades le brillaba el pelo. Sus ojos se habían vuelto endiabladamente rojos. Caminó hacia Zeus y él seguía retrocediendo, pero nadie iba a defenderlo esa vez.

Zeus lanzó rayos, pero Hades fue mucho más poderoso en esta ocasión. Provocó aperturas en el suelo desde las profundidades del Inframundo. De duchas grietas salía humo y se lanzaba un poderoso conjunto de llamaradas azules. Hades invocó la fuerza de los espíritus. El aura de la Muerte se hizo presente, y todos los mortales pudieron sentir un escalofrío en sus columnas.

Los espíritus llevaron a Zeus hasta Hades, que cerró una mano en torno a su cuello como si fuera un pelele.

—Has matado a mi hermana. Ahora, yo acabaré contigo —afirmó con voz gutural.