013 || ¿Otro intento de homicidio?

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13 • Pequeño Colibrí.

Mishka caminaba a lo largo de cada pasillo con una expresión impaciente, arrastrando todo su ropaje y ensuciándola, puesto que era varias tallas más grandes. Su hambre le impedía volver a su forma original, también su capacidad de regenerarse y afectaba negativamente sus emociones.

Por el momento, Jonathan seguiría a salvo, porque su predador aún no tenía idea de quién era él y mucho menos que ya lo había visto. De otro modo, no estaría pisándole los talones a Flynn para preguntárselo él mismo, preparándose para amenazarlo si se negaba a responder desde el primer instante.

Más sus dones volvieron a traicionarlo, convirtiendo su mente en un receptor de imágenes mentales y pensamientos ajenos. Ya sin manera de poder evitarlo, su cerebro se vió plagado por decenas de voces que rápidamente terminaron opacando su propia voz interna.

¿Cómo no sentirse asfixiado? Si el recibir tantas ideas en un mismo segundo le generaba una indescriptible ansiedad, empeorando aún más su migraña, haciéndolo sentir inmerso y atrapado dentro de un abismo.

Su nariz empezó a sangrar por ello, escuchando una y otra y otra vez las mismas cosas, pero con diferentes voces; quejas incesantes, lloriqueos internos, lamentos por no saber qué habría pasado con Parrish Lang o si aquel famoso cantante finalmente habría muerto.

—¿Otro rayo? —Se preguntó a sí mismo. Pues, eso daría una mejor explicación al cómo incrementó su malestar. Si hubiese una tormenta afuera, realmente eso sería perjudicial tanto para él como para...

Mishka apretó la mandíbula y se llevó ambas manos a la cabeza debido a un repentina punzada. Perdió el equilibrio mientras su impulsividad le obligaba a aferrarse contra la primera pared que pudiera alcanzar.

—¡Hey! —Para su sorpresa, Flynn no tardó en percatarse de lo que acontecía a sus espaldas— ¿Necesitas ayuda, muchacho?

—Creo que voy a vomitar.

Ante sus palabras, Flynn se apresuró en tomar a Mishka del brazo y rodear su propio cuello con él. Inevitablemente, el recipiente de cartón y los cafés fueron a dar al piso cuando el muchacho parecía estar a punto de desplomarse.

Por su lado, Mishka se vió mucho más impactado por la reacción del otro y del esfuerzo que ejercía para poder ayudarlo.

—Yo te llevo, chico. —Habló Flynn mientras lo guiaba— Solo respira despacio. ¡Aquí! Hay un baño justo al final de este pasillo.

Ambos acabaron dentro de un baño público.

El peli-cobrizo tampoco dudó en llevarlo hacia el primer cubículo, mientras que el muchacho seguía sin creer lo que estaba viviendo, dejándose guiar vagamente por el escuálido hombrecillo.

—¿Quieres que te traiga algo? ¿Un vaso con agua o alguna pastilla, hijo?

—¿Otra vez esa palabra? Ya es la segunda vez que me llaman... así. —Por alguna extraña razón, los ojos empezaron a arderle. Su estado de ánimo empezó a desequilibrarse por enésima vez.

Mishka ya estaba tirado en el piso, de rodillas y abrazándose fuertemente al sanitario, casi como si este pudiese escapársele en cualquier momento de entre las manos. Abrumado incluso, se sintió realmente confundido por la actitud del hombre al que unos instantes atrás pretendía atacar sin compasión alguna.

¿Qué era aquella sensación tan desagradable?

El arrepentimiento no era algo que él hubiese experimentado antes. Más su pensamiento sí cambió para beneficio del tan ingenuo policía.

Little HummingbirdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora