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15 • Pequeño Colibrí.
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Jonathan no estaba muy seguro de lo que estaba ocurriendo, de hecho. Cuando finalmente logró despertarse le tomó un poco más de media hora descubrirse a sí mismo sobre una colchoneta en el piso, rodeado además por un gran montón de cojines y acolchados cálidos.
A simple vista, las paredes parecían de concreto gris y rasposo; mientras que el piso era de cerámica blanca y cuadriculada. Con aquello en mente, él seguía sin la más mínima idea de dónde estaba metido y mucho menos el cómo había llegado ahí.
Jonathan no podía recordar absolutamente nada acerca del atacante de su compañero, ni siquiera sobre la situación con el castaño.
Se sentía perturbado, de paso. Lo único que tenía era una vaga sensación de haber sido agredido. Una sensación en la que no pudo profundizar por mucho, porque el lugar donde se encontraba acogido parecía irreal, casi bizarro.
El ambiente era tan frío que lo obligaba a retorcerse y tiritar mientras la fiebre se elevaba.
El olor a desinfectante era intrusivo, demasiado fuerte para él: No se sorprendería si esa resultara ser la razón de su jaqueca.
Al inclinarse un poco hacia un costado, descubrió que su cuerpo estaba entumecido, como si hubiese estado durmiendo por varios días en la misma posición.
¿Qué estaba pasando?
La sed se hizo presente poco después, haciéndolo tragar saliva una y cien veces mientras trataba de enderezarse con los codos.
La luz del techo tiritaba y brillaba poco, mirarlo lo mareaba. No obstante a eso, su cuerpo fue víctima de la gravedad cuando su mirada se topó con un peluche de oso con ojos saltones y ciertamente espeluznantes.
El policía dió un repullo y luego soltó un gritico ahogado. Se llevó una mano a los labios ante semejante reacción, cuestionándose porqué un mugroso y horripilante peluche lo había asustado de esa manera.
Suspiró con pesadez. Ya se sentía lo suficientemente mal como para buscarle una respuesta a esa estupidez, así que prefirió pasarlo por alto.
Más desde el extremo más oscuro de la habitación, el rubio era incapaz de saber que un par de ojos aún más espeluznantes lo veían a él.
Las pupilas de su contrario se movían al compás del movimiento de sus pequeños dedos; fijándose en cómo se acercaba para tomar al afelpado animal, fijándose incluso en cómo el rubio fruncía el ceño con desagrado.
—Estás bien culero, güey. —Murmuró Jonathan.
—¡No está feo!
Jonathan soltó otro alarido y se paralizó cuando le arrebataron el muñeco. Solo después de eso, pudo percatarse de la presencia de esa otra persona.
Se trataba de un muchacho demasiado pálido a su parecer, pero de rostro simpático.
—C'est un cadeau pour Yampa! • [¡Eso es un regalo para Yampa!] —Reveló el otro sin más, poniendo el osito con mucho cuidado sobre una mesa de madera— Ella nunca ha visto un oso y por eso le voy a llevar uno cuando vuelva a casa.
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Little Hummingbird
FantasiConocido en el mundo humano como una estrella ascendente del rock, Parrish Lang es atacado a sangre fría mientras da su último concierto en la ciudad de Nueva Orleans. La bala que impactó su pecho no solo resultó estar recubierta con veneno ruvano...