001 || Someone Who Cares

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1 • Little Hummingbird.

El castaño volvió a aparecer sobre la inmensidad de aquel escenario, siendo recibido por parte de la multitud con una enérgica ovación.

Sus fanáticos no podían guardar su emoción al verlo salir otra vez y con un micrófono nuevo en mano, luciendo tan jodidamente atractivo con su melena enmarañada y con su franela completamente empapada de sudor.

Sin muchos preámbulos, Parrish salió a dar la cara enfrente de aquel mar de gente que aclamaba su nombre, presintiendo una mezcla inestable entre confusión, frenesí y descontrol; tal como si estuviera padeciendo de delirios o afrontando por enésima vez la abstinencia a las drogas.

La mayoría de esos espectadores incluso parecían estar bajo una especie de trance, mostrándose en exceso eufóricos solo por presenciar semejante pedazo de concierto. Halagado incluso, Parrish sabía que él era la causa de tales alaridos y en cierto punto se sentía extasiado por ello. Pero, lo lamentaba, él no podía prevenir que muchos de ellos pudieran acabar afónicos para cuando volviera a salir el sol.

El calor del momento se apoderó de su raciocinio, recorriéndole cada porción de piel, mientras que a su vez el viento y la lluvia contrastaban con su propia frialdad.

Su ropa era enteramente oscura, por lo que nadie pudo darse cuenta de lo que realmente estaba pasando debajo de las telas y ni siquiera él mismo debido a cierto e hipnótico aroma aferrado a su tabique.

Parrish también presintió la inquietud. Su ritmo cardíaco tornándose errático de repente, preocupándose al no poder descifrar bien el principio o el final de aquella abrumadora sensación.

Sin embargo, él volvió a alzar la vista, rehusándose a ceder ante el cansancio, la paranoia o el nerviosismo que comenzó a manifestarse en su pecho. Solo entonces, prefirió enfocarse en lo que su público tanto le pedía, prestándole toda su atención a la siguiente melodía que se escuchaba.

Aunque, siéndose honesto a sí mismo, él quería que el concierto culminara pronto para poder regresarse al hotel. Todo su cuerpo suplicaba enmudecidamente por un poco de tranquilidad y reposo, pero las cosas apenas estaban por empezar a ponerse interesantes esa noche: Una susurrante voz seguía ahí, jodiendo todo dentro de su cabeza; advirtiéndole otra vez de un pensamiento tergiversado, pero angustioso sin dudas.

Parrish comenzó a idealizarse en la cima del mundo, experimentando de nuevo el desvarío que tanto lo caracterizaba de entre los pocos miembros de su grupo. Observó todo lo que le rodeaba con desesperación, como si estuviera en la cúspide de su vida antes del inevitable descenso hacia la muerte.

Su corazón estaba libre de cualquier mínimo rastro de temor, realmente lo anhelaba.

Él se sentía perfectamente capaz de morir ahí y en ese preciso instante, olvidándose de todos y de todo lo que yacía a su alrededor.

Más la razón por la que (casi siempre) pensaba en eso era un verdadero misterio para sus compañeros.

Nada más de imaginárselo, Parrish empezaba a fantasear y temblaba entre desagradables escalofríos. Siempre tan deseoso por recibir la visita de aquel sombrío ente con la guadaña, totalmente inmerso en su innegable locura, atrapándose solo en una especie de película vieja y abstracta.

La cinta siempre se manifestaba en blanco y negro, distorsionando su percepción de la realidad cuando todo se teñía repentina y violentamente de rojo.

La sangre le hervía.

¿Qué estaba pasando dentro de sí mismo?

No estaba seguro de la respuesta.

Little HummingbirdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora