004 || Welcome to New Orleans!

21 6 0
                                    

4 • Pequeño Colibrí.

Flynn llevaba alrededor de quince minutos tratando de contactarse con su compañero de trabajo. Pero, por alguna razón, una voz femenina insistía en que su llamada sería desviada al buzón de mensaje, colgándole una y otra vez tras cada llamada.

Cabe descartar que su fuerte no era la tecnología, realmente sus hijas le habían regalado aquello por su cumpleaños, pero él no se interesó en el apartado hasta que ellas se sentaron con él para explicarle cómo encenderlo y mantenerlo correctamente cargado.

El primer electrónico sofisticado que compró fue para su esposa hace varias décadas, e incluso antes de ser novios, le regaló un televisor pequeñito y con la forma de un cubo. Dicho artilugio seguía en medio de la sala de estar, haciéndole recordar que ese aparato solo era uno entre tantos detalles y años que compartirían juntos.

—Qué mujer tan grosera. —Masculló mientras fruncía el ceño, finalmente guardando el celular dentro de su bolsillo.

Él tampoco tenía idea de que aquello era una simple contestadora sin cuerpo o alma, lo cual solo implicaba que su amigo le había colgado esa vez y todas las veces que le marcó antes. Pero, dejando eso de lado, el hombre volvió a suspirar, llevándose una mano al rostro con el fin de mantener sus pensamientos a raya y la preocupación lejos de hacer un nudo en su garganta.

Flynn era un buen conocido de la familia Cruz, tanto él como Jonathan estuvieron cerca de llegar al evento cuando Andrew los llamó y avisó del estado de Parrish. Él y solo él fue testigo de cómo el rubio se desmoronó ante semejante noticia, dando una vuelta abrupta y casi violenta a mitad de una maldita avenida y exigiendo a gritos la dirección del hospital.

En pocas palabras, Flynn nunca vió al rubio tan afligido como lo estaba esa noche.

—No te quedes dormido, idiota. ¡Date prisa y mueve tu decrépito trasero hasta el auto! —Apareció de repente el rubio, sorprendiendo en exceso a su compañero con su aura enardecida.

—¿Cómo está Parrish? —Cuestionó Flynn mientras se limitaba solo a seguirle el paso.

—Está vivo y lo encontré consciente —Sentenció el rubio—, pero no pude sacarle mucha información sobre lo que ocurrió en el evento.

—¿Por qué?

—Estaba demasiado drogado para eso.

—¡Suéltenme, hijos de puta! —Empezó a gritar una chica, completamente fuera de sí y tratando de golpear a todo el que se acercara a ella mientras era trasladada encima de una camilla.

Ambos policías la observaron de reojo, pero Flynn la enfocó más de la cuenta debido al desconcierto de solo verla.

La chica en cuestión tenía el cabello teñido y largo, pero lucía maltratado, presentando varios hematomas que sangraban sobre su cuero cabelludo, como si alguien hubiese tratado de dejarla calva con puros tirones.

—¡Ya lárgate, Flynn! —Exclamó otro oficial que se encontraba ahí, mientras que un enfermero pasaba una cortina enfrente de la chica— A nosotros nos tocará interrogarla, solamente estamos esperando a que se calme un poco.

—¿Qué es lo que tiene?

—Todos esos golpes y los arañazos que trae en la cara —Su colega suspiró con pesadez— se los hizo ella misma. No sabemos si está drogada o si la drogaron, pero los noticieros están empezando a llamarlo "Histeria Rosa".

NOTA: —¿Muy corto, verdad? En su mayoría, escribo capítulos de más de mil palabras, pero realmente creo que este quedó bien así.

Atentamente; 𝓢𝓪𝔁𝓪 𝓛𝓾𝓴𝔂𝓪𝓷𝓸𝓿𝓪.

Little HummingbirdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora