018 || La des-hospitalización de Parrish

14 5 1
                                    

18 • Pequeño Colibrí.

✨️ 𝙲𝙷𝙰𝙿𝚃𝙴𝚁 𝙳𝙴𝙳𝙸𝙲𝙰𝚃𝙴𝙳 𝚃𝙾: ✨️
@teresafranco750 &
@Lhe_Parkhe.

Andrew finalmente abrió los párpados y extendió los brazos, notando así el entumecimiento en todo su cuerpo, descubriéndose luego sobre una helada camilla de hospital.

A pesar de que sus amigos se encontraban presentes con él en la habitación, estos simplemente estaban en otra sintonía: Beck jaloneaba al más bajito y le insistía que debía calmarse, mientras que Royce se encontraba furioso con los médicos e indignado por la actitud de...

Oh, Parrish.

Nada más que al escuchar su nombre, Andrew empezó a recapitularlo todo: El disparo, la sangre de su amigo derramándose por todos lados y el momento en que corrió hacia la azotea, pero más que todo el extraño destello en el concierto.

Al recordar eso último, jadeó con un fuerza debido a una repentina punzada en sus sienes.

Los médicos giraron de inmediato en su dirección para comprobar que realmente había despertado.

Mientras tanto, sus amigos lo nombraron en una exclamación unísona, para luego acercarse a él. Sin mucho preámbulo, el paciente había dado de un salto fuera de la camilla, abalanzándosele encima al moreno como un maníaco.

—¿Dónde está? —Cuestionó Andrew de golpe; en un tono fuerte, claro y demandante. Sus ojos inyectados en sangre solo demostraban su determinación.

—Ya lleva veinte minutos encerrado en el baño. —Contestó Royce. No hacia falta que el otro especificara a quién se refería o que siquiera lo nombrara, porque el moreno ya lo sabía.

—¡Parrish! Uh, me mareé... —El cenizo viró los ojos y luego se volvió a enderezar con ayuda de un auxiliar que se encontraba en medio del paso— Estoy bien, estoy bien. No se preocupen. ¡Parrish, ábreme la puerta! ¿Por qué diablos estás solo en el baño?

—¡Joven Cruz, no puede hacer eso! —Chilló una enfermera— Por favor, vuelva a la cama un momento para que podamos revisarlo.

—Tengo un mal presentimiento, muchachos —Murmuró el rubio cenizo, ignorando por completo las indicaciones de la enfermera—, tengo un muy mal presentimiento. —Enfatizó entonces, girándose para fijarse en el enorme ventanal, apreciando con sus ojos el cambio tan notorio del clima.

El reloj de pared revelaba que ya eran las doce del mediodía, pero el cielo estaba manchado de negro y las nubes se habían juntado en una clase de espiral.

—¡Ay, no! —Beck se llevó las manos a la cara— Y yo que solo quería ignorarlo. ¿Crees que sea capaz de volver a hacer... eso? ¿De verdad?

—Creí que era el único. —Bufó el moreno, observando al rubiesillo por encima del hombro— ¿Por qué no dijiste nada antes, Beck?

—¡Es que no quería estresarte! Bueno, no quería que te estresaras aún más.

—Idiota. —Murmuró Royce, consiguiendo que el rubiesillo quedara boquiabierto; y justo antes de que éste pudiera berrear, Royce gritó:— ¡Diablos! ¡Por supuesto que lo va a volver a hacer! ¡Estamos hablando de Parrish!

—¡Oigan, oigan! —Se interpuso un médico de edad avanzada, pero no tan viejo como el cirujano que había atendido al castaño— Jóvenes, ¿serían tan amables de explicarnos qué está ocurriendo?

Little HummingbirdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora