16: Somos una pareja

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Lemus

Estoy muy cómodo y relajado. Me abrazo a la almohada y me cubro más con las frazadas, sintiendo la harmonía. Abro los ojos, entonces parpadeo seguidas veces, dándome cuenta, luego me siento de manera abrupta.

Ups, esta es la cama de Akil.

―Qué vergüenza. ―Me sonrojo.

―Veo que despertaste. ―Llega el dueño de esta habitación, está cruzado de brazos y se ve muy sexy, apoyándose en el marco de la puerta.

―¿Qué hago aquí?

―¿Olvidaste que te fui a buscar? ―Enarca una ceja.

―No. ―Frunzo el ceño―. ¿Por qué estoy en tu habitación? Yo duermo en el cuarto de huéspedes.

Camina y se sube a la cama, así que retrocedo. Mi cabeza se choca con la almohada cuando lo tengo tan cerca que ya no puedo ir para atrás. Trago saliva, nervioso.

―Quise pasar nuestra relación al siguiente nivel, ya que no hay más secretos entre nosotros y nos hablamos abiertamente... ―Pone un dedo en el cuello de mi remera, entonces la estira―. Creí pertinente esta resolución.

―¿Qué resolución? ―Mis mejillas arden―. ¿Y por qué decides eso por mí?

―Porque no estás en condiciones de decir nada. Necesitas estar en paz, y eso solo te lo pueden brindar mis alas. ¿Qué dices? Es una gran idea, ¿a que sí?

Trago saliva.

―No lo sé.

―Toma. ―Me da una pluma, sonriente―. Es para que te relajes.

Muevo mi mano, despacio, para agarrarla.

―Gracias ―murmuro―. Supongo.

―Si no estoy cerca, tendrás esto y ya no te sentirás mal por la pérdida de tus alas. Las mías te cuidarán y alejarán de las malas sensaciones.

―Pero son tuyas.

―Somos una pareja, lo mío es tuyo y lo tuyo es mío.

―Lo dices como si estuviéramos casados... ¡Ay! ―chillo cuando se me sube encima y acto seguido me besa.

―No tientes a tu suerte.

―Akil... ―gimoteo cuando sus manos están debajo de mi remera.

―Deberías pagarme por hacerte sentir bien. ―Me quita la manta y por inercia rodeo mis piernas en su cintura―. Perfecto. ―Se relame los labios.

―¡Hay niños aquí y estoy yo, por todos los infiernos! ―Entra Octavio―. ¡Búsquense un hotel!

―Tiene razón. ―Lo mira, luego a mí―. ¿Qué dices?

Trago saliva.

―Uh, sí ―murmuro.

Se relame los labios mientras mi rostro quema más y más.

―Pasemos al siguiente nivel.

            ―Pasemos al siguiente nivel

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Engendros MalditosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora