El anuncio . 📜

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Cada vez que que lo pensaba le daba más coraje tener que ir a la ceremonia con su esposa era lo último que desea y después de lo que había intentado hacerle en la mañana. En ese momento tenía una mezcla de: desesperación, rabia y culpa. Sabía que Dorothea estaba rayando en los puntos de su amargura, pero él era un caballero y no debía dejarse llevar por sus emociones.

De vuelta a la casa meditó las posibilidad de embarazar a su mujer, quizás con eso se quedaría tranquila y no lo molestaría más. Al pasar justo por las casas de los empleados los niños jugaban tranquilos en la tierra. Queriendo observar el entorno se quedó parado de un lado. Los pequeños jugaban con juguetes hechos por sus padres eran: carros de madera o muñecas viejas que se veían un poco feas. Todos comenzaron a gritar de emoción, Alec busco para ver qué les sucedía cuando vio a los padres de los infantes llegar hasta ellos. Su corazón latió con fuerza al intentar entender que podría sentirse que lo recibirán de esa manera.

Cerró sus ojos y la imagen de un hombre con su vientre inflamado, una gran sonrisa llegó hasta él. Sintió todas las ganas de abrazarlo y consentirlo entre sus brazos. Era la barriga más hermosa que había visto en su vida. Se permitió detallarlo para darse cuenta que el pequeño cuerpo encajaba a la perfección. Con una gran sonrisa lo acomodó para encontrar a un bebé recién nacido en el pecho de su padre sonriendo. Todas esas imágenes eran hermosas, ya quería vivir eso y no sabía cómo. No quería salir de ese sueño era lo mejor que podía existir.

Con algo de tristeza abrió sus párpados para encontrarse con su terrible realidad, sin más decidió emprender el regresó a casa, esa noche no iría al bar, no estaba de ánimo para estar con otras personas.

Al entrar a la casa el silencio estaba empoderado del lugar, caminó hacia la cocina y encontró a Maia cocinando.

—¡¡Qué haces aquí!! —exclamó sorprendido.

El amo Robert me envió por solicitud de la señora Dorothea.

—¡Dorothea te mando a buscar!

—Sí, fue está semana, el amo me envió en el carruaje.

—¿Por qué? Aquí tenemos suficientes sirvientes.

—No le puedo decir a qué vine, pero le pido que se cuide...

—¿De qué?

—La señora no es una buena mujer...

—Que tiene que ver contigo...

—Por favor, no haga más pregunta, amo.

Maia, ¿dónde estás? —la voz de Dorothea se escuchó desde la sala.

Yo lo ayudaré a usted.

—¿En qué me vas ayudar?, no lo comprendo.

—Está noche lo espero en el establo, no falte.

—Ahí estás, que alegría verte —Dorothea paso al lado de su esposo sin verlo—. Tenemos mucho de que hablar.

—Permiso —dijo Alec para salir.

Por lo menos toma la cena antes que te vayas con esas rameras —Dorothea lo miro.

No voy a salir —con firmeza le regresó la mirada—. Me doy una ducha y bajo.

Solo con eso se fue para acomodar sus cosas. De inmediato Dorothea agarró a Maia del brazo.

—¿Sabes por qué estás aquí, verdad? —Dorothea la acerco hacia ella.

Destinados . 😇😈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora