Capítulo 49

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—Entonces, ¿te irás a casa o…? —preguntó Yoongi mientras abría la puerta de su casa.

—Um... Creo… Bueno, yo realmente no quiero ir a casa ahora mismo.

—¿Por qué no?

—Porque me gusta pasar tiempo contigo.

—¿Te gusta pasar tiempo conmigo? ¿Un campesino de clase baja?

—Deja de actuar como si fuera un rico haciendo una obra de caridad, Yoongi.

Yoongi chasqueó la lengua fulminándolo con la mirada y Jimin lo siguió adentro, sabiendo que ese era solo su mecanismo de autodefensa; no le gustaba mostrar que tenía un lado blando porque temía que la gente lo considerara débil.

Su madre no estaba en casa, y Jimin no preguntó por ella porque vio que a Yoongi no le importaba.

Tan pronto como entraron a la habitación, Yoongi colapsó en la cama.

—Estoy cansado —dijo acurrucándose mientras se ponía de costado—. Puedes irte cuando quieras, voy a tomar una siesta.

Jimin no respondió, se quedó mirando fijamente la espalda de Yoongi por un par de minutos, preguntándose cómo sería si sus padres no se preocuparan por él. No podía (y en realidad no quería) imaginarlo. Y se sintió tan mal por Yoongi (pero no era un tipo de pena como lástima), y no quería hacer otra cosa más que envolver sus brazos alrededor de él y abrazarlo tan fuerte hasta que todas sus piezas volvieran a estar juntas.

Así que en realidad no lo pensó demasiado cuando de pronto se metió en la cama detrás de Yoongi. Lo sintió tensarse contra su pecho mientras pasaba el brazo izquierdo sobre su cintura, su derecha yendo debajo de su propia cabeza como almohada. Para sorpresa suya, Yoongi no lo empujó; en realidad se hundió en aquel toque y se relajó en sus brazos.

Se sentía muy diferente hacer cucharita con Yoongi que con Jennie, probablemente porque Yoongi era más grande y olía mejor, y... Jimin no sentía mariposas en su estómago cuando hacía cucharita con ella.

Eventualmente se quedó dormido, sus respiraciones en sincronía con las de Yoongi.

Cuando despertó, estaba oscuro afuera y Yoongi ya no se encontraba entre sus brazos. Comenzó a entrar en pánico y se levantó inmediatamente, nombrando su nombre en voz alta. A los tres llamados obtuvo una respuesta desde la planta baja, así que rápidamente procedió a salir de la habitación.

Jimin encontró a Yoongi apoyado contra la pared junto a la ventana abierta, fumando. Revisó su muñeca para ver la hora, descubriendo así que se había olvidado de tomar su Rolex con él ayer.

—Son las nueve y media. —Yoongi le informó sin voltear a mirarlo.

—¡Oh, mierda! —exclamó Jimin llevando las manos hacia su cabeza— Necesito estar de vuelta en casa... ¡desde hace siete horas!

Yoongi se rió y tiró su cigarrillo terminado por la ventana.

—Me iré ahora.

—Está bien.

Y Yoongi lo acompañó hasta la puerta.

—Em, feliz cumpleaños de nuevo. —dijo Jimin torpemente y se dio la vuelta para caminar hacia su auto.

Pero luego cambió de opinión.

Dándose la vuelta de nuevo, tomó el rostro de Yoongi entre sus manos y presionó sus labios juntos. Jimin se apartó justo después esperando que fuera alguna especie de beso de despedida, pero Yoongi tenía otros planes en mente. Lo jaló contra él y lo besó con la boca abierta, causando que sus lenguas se enredaran juntas en un obsceno beso descuidado.

—Debería... Realmente debería irme ahora. —logró decir Jimin contra los labios contrarios.

—Sí, deberías.

Yoongi lo soltó y pasó una mano por su cabello, observando a Jimin mientras este caminaba con rapidez hacia su auto.

Apenas entró en el vehículo Jimin revisó su celular, que accidentalmente lo había dejado ahí (era tan raro el hecho de que se había olvidado por completo de su celular mientras estaba con Yoongi), y su corazón comenzó a latir más rápido en cuanto vio las llamadas perdidas y los mensajes de sus padres.

Estaba jodido.

—¡¿Dónde has estado?! —gritó su madre tan pronto como atravesó la puerta.

—Um... Salí a cenar con Taehyung.

—¡Eso es una mentira! He llamado a todos tus amigos y no estabas con ellos.

«Mierda», pensó Jimin con ganas de golpear su cabeza contra la pared.

—Y bien, ¿dónde estabas? —intervino finalmente su padre.

—Yo no... Estaba afuera.

—¿Dónde afuera?

—¡Tengo dieciocho! ¡Tengo derecho a salir! —Jimin se encontró a sí mismo alzando la voz con enojo, y observó las expresiones de sus padres cambiar.

—¡Perfecto, estás castigado por una semana! —sentenció su padre— Vas a venir directamente a casa de la escuela y no tienes permitido ir a ningún sitio.

—¡Yo ya estaba haciendo eso! —gritó Jimin y caminó lejos de ellos dando pisotones, subiendo las escaleras.

—¡Muy bien! ¡Entonces no notarás la diferencia si te doy dos semanas!

—¡Bien!

Cuando llegó a su habitación, Jimin se tiró en la cama sintiéndose como si pudiera llorar porque estaba muy enojado con sus padres. ¿Cuándo dejarían de tratarlo como a un niño? Gruñó y rodó sobre su espalda, cerrando los ojos y convenciéndose a sí mismo de que llorar por una simple pelea (¡su primera pelea!) con sus padres era infantil. Y él definitivamente ya no era un niño.










BEBÉ, EL CIELO ESTÁ EN TUS OJOS. ➸yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora