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'Regreso a casa'

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Aeropuerto Internacional de Atenas...

—¡Adonis, despierta que ya llegamos!

—Cinco minutos más, abuela…

—¡Soy tu hermana! —dijo Artemis, sacudió a su gemelo hasta despertarlo.

—¡Artie!, ¿por qué me despiertas?

—Ya llegamos, tontorrón.

—Mira quién lo dice… Espera, ¿es en serio?

—¡Sí!, vamos, baja tu maleta. —le dijo Artie a su hermano.

—¡Genial! —dijo Adonis.

—Niños, bajen con cuidado. —les avisó su abuelo Rayleigh.

—¡Sí, abuelo! —asintieron ambos, cada vez que le dicen “abuelo” su corazón revolotea de alegría.

Una lástima que se tenga que despedir del pan de sus mañanas, extrañará sus risas, y sus ocurrencias en Creta.

—¿Crees que mamá nos tiene comida lista en casa? —le preguntó Artemis a Adonis, y él asintió: «yo creo que sí. ».

Subieron sus maletas a la cajuela del taxi, Rayleigh no pagaría más euros por carros ligados a internet y sus plataformas.

«¡Adiós, guapo ~ !», le dijeron a Adonis un grupo de niñas en el aeropuerto.

—¡Adiós! —se despidió él, qué raro no las conozco, ¿o sí?

—¡Alejen sé de mi hermano, bola de brujas sin escoba! —exclamó Artemis con su sable rojo de Star Wars.

—Artemis, que grosera, ¿por qué les llamas brujas? Son feas, pero no es para tanto.

—¡Niños! —los llamó Rayleigh. —, suban al auto, su madre los está esperando.

—¡Sí! —asintieron los dos, subieron al Taxi junto con su abuelo.

El conductor se alarmó por el sable, Artemis tuvo que apagarlo, para demostrar que solo es simple utilería…

Recorrer las calles de Atenas después de ya cinco años era extraño para ellos, hay sitios que recordaban a la perfección, y que hasta ese día todavía continuaban en pie.

—¡El estadio se ve increíble! —exclamó, sus ojos tenían estrellas por su gran amor hacia el equipo ‘Olimpiakos’.

—Es tan increíble qué perdieron la liga otra vez. —mencionó Artemis; Adonis, se quedó llorando en una esquina del taxi debajo de una nube negra.

—¡Artemis! —la regañó Rayleigh.

—¿Y ahora que dije?

—Pero llegará el día que me vengue de ese maldito arbitro narizón… —murmuró muy decido y con sentimientos encontrados.

—Cuantos aficionados de otros deportes no pensaran lo mismo que tú…

—Tú tienes tanta suerte —dijo Adonis. —, te gusta el basketball, nunca verás a un sujeto cómo ese arrebatarte tus sueños.

Medusa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora