013

98 13 33
                                    

Tierra de Dioses pt 2

.
.
.

—¿Por qué todos susurran? —susurró Artie a su amigo Deo.

—No lo sé —le susurró Deo: —, en mi salón de clases significa: "peligro".

—¿"Peligro"? —continuó susurrando Artie.

—Sí, "peligro", o sea, exámen de aritmética y álgebra. —siguió susurrando Deo.

—Ohhh, ¿sabes? Adonis es muy bueno en las matemáticas. —todavía susurran.

—¿Adonis? Hablamos de…, tu hermano, tu mellizo, ¿el mismo Adonis Edward Gorgon?

—Sí, él mismo. —asintió Artemis, sin dejar de susurrar.

—Creía que lo qué tenía de guapo, lo tenía de idiota. —le confesó Deo.

—¡Eso me lo dicen a mí en clases!, seguido, muy seguido…

—Es cierto, compartes IQ con Adonis… ¡No importa!, nunca me han gustado los nerds.

—¿Y eso qué tiene que ver conmigo?

—Uno, dos, tres… —murmuraba Deo con total paciencia.

—¡Artemis, Deo! —les habló Sandersonia a ambos niños, nerviosa y apresurada: —. La cena está servida… Vengan.

—De acuerdo… ¿Todo está bien, tía?

—¡C-Claro!, no hay de que preocuparse, sus padres los quieren en la mesa. Ahora.

—Esta bien, pero aún no hemos probado la fuente de chocolate. —dijo Artemis.

—¡No hace falta!, pediré postre para ti antes de irnos, ahora vamos a la mesa. —les pidió Sonia, por poco y les suplicaba a los dos de rodillas.

En este punto…

Los niños sospechaban que algo no andaba bien, la insistencia de Sonia, los murmullos de los adultos, y… ese grupo del fondo que no dejaba de ver directamente a su mesa.

Artemis, llamo la atención de Luffy, la niña era muy parecida a Hancock, salvo, por los evidentes detalles en su físico: sus rizos, su tez oliva, y sus ojos color chocolate.

«Luffy, ¿qué sucede? Deja de ver a esa niña, se puede malinterpretar. », Nami intentaba cuidar la mala imagen de su jefe, para que no se vuelva peor.

Por fortuna nadie en el restaurante lo noto, salvo Iva y compañía, Deo, Artemis, y… esa bella mujer: Boa Hancock.

Mierda… pensó Hancock, pero le sonrió a su hija: «come cariño, nos iremos en unos momentos. ».

—Mami… ¿por qué ese señor te mira?

—No te preocupes, no es nada, no estamos solas, Cavendish y Enel están aquí, y mamá es fuerte.

—Pero él lo es más… —murmuró Enel, y su amiga Hank le dio un puntapié.

—Ayudame. —le dijo en bajo.

—Sí, sí… disculpa, pero no pensé que se iba a presentar por aquí. —le dijo Enel.

—Nadie —corrigió Marigold. —. Nadie se iba a pensar algo así, ¿acaso es invitado tuyo?

—¿Qué? ¿Mío? —dijo Iva, indignado. —. ¿Me creen un delatador? ¿Un sapo?

—Pues con esa boca tuya, cualquiera puede esperar que hables. —le dijo Cavendish a su viejo diseñador de vestuario.

Medusa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora