Medusa

039

'La caza'

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Montpellier, Francia…

Cada fin de semana… Su madre, se marcha desde temprano a trabajar a una cadena de restaurantes del Baratie.

Nathaniel… Se levanta y cepilla sus dientes con cuidado, desayuna un cereal, y observa el fútbol en la TV.

«¡Qué error en defensa!», se podía escuchar y con ello los enfados de Nat.

Sus anteojos cayeron al suelo, uno de sus lentes se astilló: «mierda… », su madre lo mataría.

«ding, dong», llamaron a su puerta:

—¡Deje el paquete en la puerta! —le gritó al, supuestamente, “repartidor”.

Continúo con su plato de cereal, cuando se escuchó el timbre de nuevo: «ding, dong» y su molestia aumentaba:

—¡¡Deje el paquete en la puerta!! —volvió a gritar, pero está vez…, está más cerca de la puerta principal.

Se adentro a la cocina y lavo el cuenco, se secó las manos, y se retiró a la sala, pero…

Al llegar, observó de pie a un hombre, alto y bien cambiado de cabello azul, observando su televisor.

Nathaniel, observó un «66» en su pañuelo de color azul claro:

Sudo, frío. ¿Era ese el hombre del cuál su madre le habló?

Aquel hombre que la humilló en más de una ocasión…

Y… La golpeó.

¿Qué hacía en su casa?

—Fútbol, eh… Qué aburrido. ¿No te gusta otro deporte?

—… —Nathaniel guardó silencio.

—¿Juegas al Rugby? Eso sí es un deporte digno para un Vinsmoke.

—… —nuevamente, Nathaniel guardaba silencio.

—No dirás nada, eh… Te veo aterrado, no te preocupes —le dijo Niji a su hijo. —. Yo no te haría daño. Jamás.

—… —Nat sigue sin hablar.

—Entiendo que no me creas nada, después de todo, bueno… Supongo que ella te dijo, ¿no es así?

—… —y Nat… no dirá ni una sola palabra al respecto, está aterrado.

—¿Te comieron la lengua los ratones? Con la plaga que hay por todo el país… No me sorprende nada.

Nathaniel, permaneció con la mirada fija en el suelo… Niji, se acercó a él:

—No hay duda: llevas mi sangre.

—…

—¿Esos son anteojos? —le preguntó Niji, su hijo no le contestó: —. Están rotos… se ven de buena marca… ¿Miopía o asigmatismo?

—…

—Espero que no sean ambas.

Ya vete de aquí…

—Igual no importa —dijo Niji. —, no es nada que no se pueda arreglar con una cirujía. Es imperdonable que un Vinsmoke tenga esas imperfecciones.

No quiero ninguna cirugía…

No toques mis ojos…

—Vendré por ti, mañana —le dijo. —. Verás a tu madre y luego te despides, ¿okay? No vas a crecer lejos de mi más años.

Nat, empezó a llorar… cerró sus puños y fue capaz de contenerse y no derrumbarse.

—Eres valiente, me gusta —le dijo Niji. —. Te lo diré otra vez: vendré por ti, mañana, en la mañana. ¿Okay?

No quiero…

—Por cierto… Deberías cambiar de equipo, se que es de la ciudad, pero apesta. Cinco a uno, que horror.

Mamá…

—Adiós, Nathaniel. Me gusto verte.

La puerta se cerró… Escuchó a un auto irse a lo lejos. En medio del silencio, la TV era lo único que se oía.

Nat, apagó la TV… se recostó en el piso, en posición fecal y acercó sus lentes junto con él… era en esos momentos en los que más echaba de menos a Lancelot.

Necesitaba un abrazo, un consuelo, del que era más un hermano que un primo, para él.

Después de todo… Crecieron juntos.

Permaneció media hora en el suelo… Esos eran sus últimos momentos en su hogar, el más cálido.

Tomó su celular y, desde el suelo, espero a que Lancelot contestará:

«¿Nat? Qué sorpresa, pensé que verías el fútbol cómo siempre. No me digas, ¿nos están dando una paliza?»

—Lancelot…

«¿Estás bien? Te escuchas raro.»

—Me encontró.

«¿Hablas de…? »

—Vendrá por mi —murmuró Nat. —. Quiere llevarme con él a ese lugar…

«¿Eso te dijo?»

—Mamá, recuerda, ella nos hablo sobre ese lugar y lo que vivió con… ya sabes… con el imbécil de azul.

«Nat… No te puedes ir con él, debes avisar a la tía Colette. Quizá sí hablo con Sanjino, él te pueda ayudar. »

—Es inútil… Sí, dices algo, te perseguirán, solo te llamo para contarte.

«Nos contamos todo… »

—No quería ocultarte nada.

«¿Le dirás a tu mamá?»

—Creo que sí… Lo haré, esperaré a que llegue del trabajo.