18. Primera cita.

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Pov Freen.

—No, Freen, no las quiero molestar —respondió.

—No nos molesta, ¿verdad amor? —pregunté viendo a Becky, le pedí con la mirada que contestara cortesmente.

—Por mí no hay problema, puedes quedarte.

Respondió ella dándole una sonrisa a Noey.

—Sabía que no eras mala —dijo Noey formando con sus dedos un corazón coreano.

—Aunque no pensamos durar mucho en esta casa, puedes quedarte —aclaré.

—Gracias a las dos por su ayuda, en serio se los agradezco —dijo.

—Bueno, esa habitación está libre, tiene lo que necesites, nosotras debemos salir.

Dije dándole una sonrisa a Becky, quien solo me la devolvió alegre.

Ella es buena conmigo, yo seré buena con ella.

—Que la pasen bien, ¿puedo darme un baño? —preguntó Noey con una sonrisa.

—Claro, ahí tienes un baño y todo equipado.

Ella dio un asentimiento antes de acercarse y dar un abrazo.

Esta vez no olía a mierda.

—Gracias Freen y Becky —agradeció a lo que ambas sonreímos.

Ella entró a la habitación.

—¿Y si mejor nos quedamos? Quizás se sienta sola —dijo Becky poniéndose a mi lado.

—No, seguro dormirá después, tú y yo, debemos ir a buscar nuestro hogar.

Tome su mano y deje en un beso sobre la misma, ella me ayudo a caminar despacio hasta el auto.

Me sentó lenta y cuidadosamente, ahora ella conducía.

Llegamos a una inmobiliaria bastante conocida, una chica alegre y bella nos atendió pacientemente, y nos ofreció mostrarnos algunas opciones, aceptamos rápidamente.

Primero llegamos a una casa grande, bien ubicada, pero sin patio o algo así.

—¿No crees que si queremos niños deberíamos tener un patio al menos? —pregunté a Becky en cuanto la chica nos dejo un rato solas, ella compartió mi opinión.

—Nos imagino algún día, jugando en una piscina con nuestros hijos —dijo con ilusión.

Yo también lo imagine, y aunque creo que tenía miedo, también sería un sueño hecho realidad.

Nos llevó a la segunda casa, demasiado alejada del centro, me tomaría mucho tiempo conducir desde la empresa a la casa.

—No quiero tener que conducir casi una hora para llegar aquí —anuncié a lo que ella también concordó.

Llegamos a la tercera casa, bien ubicada, pero era casi del mismo tamaño que la mía, quería una más grande y de más habitación y esta tenia una menos.

—Parece que somos muy exigentes —dijo Becky en un susurro viendo a la mujer que nos atendía masajenadose las sienes.

Ambas reímos.

—Tú eres desesperante —bromee a lo que ella fingió indignación.

—¿Yo? Tú tienes una queja de todo —recordó —, que si hace frío, que está lejos, que es pequeña, etc.

Ambas reímos.

—Quiero la casa perfecta —admití.

Vimos a la chica acercarse nuevamente a nosotras con una falsa sonrisa.

Amor Y Negocios Con Algo De Drama Donde viven las historias. Descúbrelo ahora