•CAPITULO 10•

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Algo muy raro estaba sucediendo entre los hermanos Marceau. Marc, Alain, Julien y Antoine habían mejorado su actitud en un 20%, y la razón de este cambio tenía nombre y apellido: Carlos, Oscar, George y Daniel, los militares infiltrados que, sin saberlo, estaban transformando la dinámica de la temida familia mafiosa parisina.

Carlos, asignado a Alain, atravesaba un momento difícil. Hacía unas semanas, su novia le había sido infiel con su primo, dejándolo devastado. Alain, sorprendentemente, estaba haciendo todo lo posible para que Carlos se sintiera mejor. Lo que Alain ignoraba era el efecto que sus gestos de amabilidad tenían en Carlos. Cada muestra de afecto, por pequeña que fuera, volvía loco a Carlos, especialmente porque provenían de alguien normalmente frío y distante como Alain.

Oscar, por su parte, lidiaba con su propia pérdida. Su novia había decidido terminar la relación debido a sus planes de estudiar en otro país, negándose a mantener una relación a larga distancia. Marc, sin entender completamente por qué, se encontraba cada vez más pendiente del estado de ánimo de Oscar.

La situación de Daniel era quizás la más complicada. De un día para otro, su esposa lo había abandonado, dejándolo solo con su hijo de 7 años. Antoine, conocido por su dureza, se sorprendía a sí mismo preocupándose por el bienestar de Daniel y su pequeño.

George y Julien, aunque aparentemente menos afectados por cambios dramáticos en sus vidas personales, no podían evitar notar la creciente tensión y cercanía entre ellos.

Los hermanos Marceau no comprendían qué estaba pasando. Sus rutinas, antes dictadas por el frío cálculo del mundo criminal, ahora se veían interrumpidas por preocupaciones más... humanas. Se encontraban pensando en el bienestar de estos hombres que, sin saberlo, estaban allí para vigilarlos.

Por su parte, Carlos, Oscar, George y Daniel luchaban contra sus propios sentimientos. Su misión era clara: infiltrarse y obtener información. Pero la línea entre el deber y la emoción se difuminaba cada día más.

Ninguno de los dos bandos podía negar la atracción que sentían. Era como la gasolina y el fuego: volátil, peligrosa y potencialmente destructiva. Cada mirada, cada roce accidental, cada momento de vulnerabilidad compartida, alimentaba una llama que amenazaba con consumirlo todo a su paso.

En las calles de París, mientras la vida continuaba su curso normal, dentro de las paredes de la mansión Marceau se gestaba una tormenta de emociones que podría cambiar el destino de la familia mafiosa más poderosa de la ciudad y de los valientes militares que se habían aventurado en las fauces del lobo.

Lo que comenzó como una misión de infiltración se estaba convirtiendo en algo mucho más complejo. Y nadie, ni los Marceau ni los militares, estaba preparado para las consecuencias que este inesperado giro del destino traería consigo.​​​​​​​​​​​​​​​​

El amanecer llegó con una escena inesperada. Carlos se despertó, encontrándose envuelto en los brazos de Alain. El abrazo del Marceau durmiente lo presionaba contra su cuerpo, un gesto inconsciente que hablaba más que mil palabras. Carlos, en un impulso que no pudo contener, depositó un pequeño beso cerca de los labios de Alain. Para su sorpresa, esto provocó una sonrisa tonta en el rostro del normalmente estoico Marceau.

Sin embargo, la paz del momento se vio interrumpida por el estridente sonido de una alarma que resonó por toda la mansión. No era una alarma cualquiera; era la señal de una misión inminente.

En cuestión de minutos, la atmósfera cambió drásticamente. Los ocho hombres se vistieron rápidamente con sus trajes tácticos, transformándose de individuos vulnerables a operativos listos para la acción. Bajaron al estudio, donde se reveló la naturaleza de su misión: interceptar un cargamento de drogas y revenderlo a un precio mayor a otro comprador. Una tarea que sonaba simple en teoría, pero que todos sabían estaría llena de peligros.

Peligrosa Atracción ( Carlos Sainz • Male Oc ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora