•CAPITULO 21•

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Después de lo que pareció una eternidad, pero que en realidad fueron solo un par de horas, Alain finalmente encendió el motor del Corvette. El rugido del auto rompió el silencio de la noche, sacando a ambos hombres de su ensimismamiento compartido.

"Deberíamos volver," murmuró Alain, su voz ronca por el prolongado silencio.

Carlos asintió, sus ojos aún fijos en el perfil de Alain. "Sí, tienes razón."

El viaje de regreso a la casa de los Marceau fue silencioso, pero ya no era el silencio tenso y cargado de resentimiento de los últimos días. Era un silencio contemplativo, lleno de pensamientos no expresados y emociones que luchaban por salir a la superficie.

Finalmente, cuando estaban a mitad de camino, Carlos rompió el silencio.

"Alain," comenzó, su voz apenas audible sobre el ronroneo del motor. "Lo que dije aquella noche... sobre terminar con todo... No lo decía en serio. Yo..."

"Lo sé," interrumpió Alain suavemente, sus ojos fijos en la carretera. "Pero eso no significa que no doliera escucharlo."

Carlos asintió, tragando el nudo que se había formado en su garganta. "Lo sé, y lo siento. Más de lo que puedo expresar."

Alain extendió su mano derecha, encontrando la de Carlos y entrelazando sus dedos. "Yo también lo siento. Por alejarme, por no hablar contigo. Por dejar que las cosas llegaran a este punto."

El resto del viaje transcurrió en un silencio más cómodo, sus manos unidas sobre la consola central del auto, un puente físico sobre el abismo emocional que habían creado entre ellos.

Cuando finalmente llegaron a casa, era pasada la medianoche. Las luces de la casa estaban apagadas, todos los demás miembros de la familia aparentemente ya dormidos.

Alain aparcó el Corvette junto a la camioneta de Carlos, que seguía donde la habían dejado horas antes. Por un momento, ninguno de los dos hizo ademán de moverse.

"Tenemos mucho de qué hablar," dijo Alain finalmente, girándose para mirar a Carlos.

Carlos asintió, su rostro serio pero sus ojos llenos de determinación. "Lo sé. Y lo haremos. Resolveremos esto, Alain. Juntos."

Entraron en la casa en silencio, conscientes de la hora tardía. Subieron las escaleras lado a lado, sus hombros rozándose ocasionalmente, un contacto que enviaba chispas de electricidad a través de ambos.

Al llegar a su habitación compartida, se detuvieron en la puerta. Por un momento, la incomodidad de los últimos días amenazó con volver, pero Alain la disipó al tomar la mano de Carlos y guiarlo dentro.

Se sentaron en la cama, uno frente al otro, sus rodillas tocándose. La familiaridad de la posición contrastaba con la seriedad de sus expresiones.

"Hemos cometido errores," comenzó Alain, su voz baja pero firme. "Ambos. Dejamos que el estrés y los malentendidos se interpusieran entre nosotros."

Carlos asintió, sus ojos fijos en los de Alain. "Sí, lo hicimos. Pero estamos aquí ahora, ¿verdad? Dispuestos a arreglarlo."

"Así es," confirmó Alain, una pequeña sonrisa curvando sus labios. "Porque lo que tenemos, Carlos, es demasiado importante para dejarlo ir sin luchar."

Carlos tomó las manos de Alain entre las suyas, apretándolas suavemente. "Tienes razón. Te amo, Alain. Más que a nada en este mundo. Y prometo que a partir de ahora, haré todo lo posible para que lo sepas, para demostrártelo cada día."

Los ojos de Alain se humedecieron con lágrimas no derramadas. "Yo también te amo, Carlos. Y también lo prometo. Prometo estar aquí, estar presente. Prometo escucharte, hablarte, compartir mis preocupaciones contigo en lugar de alejarme."

Peligrosa Atracción ( Carlos Sainz • Male Oc ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora