꧁༺ 𝓤𝓷 𝓜𝓪𝓵 𝓑𝓾𝓮𝓷 𝓓í𝓪 ༻꧂

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Joy... Ese le quedaba perfecto a alguien que siempre está "Feliz", alegre, emocionada y llena de energía. Desde pequeña, Joy irradiaba un carácter tan maravilloso como el nombre que sus padres le habían puesto. Creció en un hogar donde el amor y la compresión era la norma, y donde cada día sentía como la única estrella en el cielo de sus padres.

Sin embargo, esa exclusividad duro solo un breve periodo. hasta la llegada de su pequeña hermanita, Riley. Desde el momento que Riley nacio, Joy sintio un amor instantaneo e inquebrantable por ella. nadie, absolutamente nadie, podía negar la felicidad que rodeaba a Joy al estar con su hermana. Riley era el centro del universo de la alegra chica. Para la entusiasta Joy, cada risa de Riley. cada paso. cada nueva palabra, era motivo de celebración y alegrías. Ver diversión, imaginación y aventuras de cada acción de su hermana menor se convirtió en una de sus mayores alegrías. 

Dia a dia Joy disfrutaba enseñándole cosas nuevas, como cuando Riley patino por primera vez sobre el hielo al inicio tomada de la mano, pero todo fue diferente cuando hizo su propia rutina sobre el hielo haciendo que su hermana celebrara y se uniera aquella danza. La conexión de las hermanas era tan profunda que los obstáculos que había en sus caminos parecían insignificantes cuando ambas estaban juntas. La joven de cabellos cortos quien había decorado su cabello de tonos azulados y ojos azules siempre estaba encontrando que un día lluvioso fuera el más especial de todos. 

Pero para fortuna y desafortunado día, llego uno que cambiaría su vida. Joy había soñado con una de las mejores oportunidades de oro, un lugar donde pudiera explorar todo su potencial y alcanzar sus sueños. La escuela de ballet de sus sueños le había enviado una carta de aceptación.

 — ¿Te iras?  —Pregunto la pequeña Riley con ojos llorosos, sus grandes ojos de color azules reflejando una mezcla de tristeza y preocupación. La noticia de la partida de Joy había caído como un balde de agua fría en su joven corazón.  

El corazón de Joy se hizo añicos al ver la expresión de su hermana. Con su suspiro, se arrodillo para estar a la altura de Riley, tomando su carita en sus manos y pegando su frente con la de ella. 

—Oh, Riley, tu más que nadie sabe que este es mi mayor sueño— Trato de mantener la voz firme a pesar del nudo en su garganta, abrazo con tanto cariño mientras la pequeña se aferraba a su hermana mayor. —Pero tendrás que irte— respondió la dulce niña rubia, su voz temblando por las lágrimas contenidas. 

—No, No para siempre—Prometió con el dedito pequeño, con la esperanza de que sus palabras pudieran consolar a su hermana. Pero en el fondo, sabía que nada podría aliviar del todo el dolor de la separación.  

O eso pensaba Joy antes de que sus padres se enteraran de la noticia y pusieran en marcha tan afortunado plan. Aunque sus trabajos los mantenían atados y no podían acompañarla, no querían que la única oportunidad de su hija mayor se desvaneciera. Buscaron ayuda en una vieja amiga de la familia que, afortunadamente, vivía en San Francisco. Ella les ofreció un cuarto estudiantil cerca de la escuela. Además, Joy podría trabajar en la popular cafetería llamada "Lucky Cat Cafe". La dueña de la cafetería, Cass, era una persona dulce, gentil y muy expresiva. Cass les ofreció tantas cosas en señal de apoyo a la familia Andersen que ellos solo podían limitarse a aceptar aquella oportunidad. Pagaron la renta del cuarto., y con el trabajo que tendría Joy, podría cubrir sus necesidades. 

La perspectiva de mudarse a San Francisco era emocionante y aterradora al mismo tiempo. Joy sabía que este cambio seria monumental para ella y para la familia, Los preparativos comenzaron tan rápidamente, y cada día se llenaba de despedidas y promeses de visitas, sus padres prometieron llamar a diario para saber cómo estaba y si necesitaba algo, mientras Riley tan nerviosa y temerosa, se despidió con uno de sus mejores abrazos. 

— Tranquila, regresare en menos de lo que piensas—

Eso fue todo desde aquel abrazo y su viaje empezó. Al llegar a la cuidad fue un torbellino de emociones. La tía cass como solía llamarla cuando era pequeña la había recibido con los brazos abiertos, ofreciéndole no solo un lugar para quedarse, sino también una familia en la distancia. Hiro, su viejo amigo de la infancia, le ayudo a adaptarse, mostrándole la escuela y la cafetería donde trabajarían juntos.  La vida en San Francisco era tan diferente que Minnesota en lugar de hielo y lagos cristalinos, solo había sol y gente paseado.

Con el paso del tiempo y gracias a su duro trabajo, joy destaco en el mundo del ballet. La joven no solo mantenía buenas notas, sino que también realizaba sus trabaos con excelencia o al menos eso parecía. Un día, 
mientras trabajaba en el "Lucky Cat Cafe", apareció un joven pelirrojo con una expresión sombría, acompañado de una joven a la moda que no apartaba la vista de su celular. Joy noto a Hiro, quien estaba en el mostrador. 

— Eh, Hiro —dijo Joy, llamando su atención. 

Hiro levanto la cabeza y miro a la joven de ojos azules. —Si, dime. 

— ¿Te molestaría su tomo el pedido de ellos? —

Hiro observo a la pareja. El joven pelirrojo parecía a punto de estallar de rabia, mientras la chica de cabello corto continuaba hablando en voz alta, rompiendo el silencio del café con su estridente voz.  

— Si logras que la tipa se calle, seré el más feliz —respondió Hiro con una sonrisa sarcástica. 

Joy se rio y tomo su libreta y pluma antes de acercarse con su actitud más amable y alegre. 

—Hola, mi nombre es Joy y seré su mesera hoy. —

La chica del vestido verde levanto la vista del celular y miro a Joy de arriba abajo con una expresión de desagrado. Con una sonrisa forzada. tomo la carta de pedidos. Mientras tanto, el joven pelirrojo observaba a Joy de reojo. Cuando Joy sintió su mirada, hizo contacto visual con él. 

—¿Y usted ya decidió? — pregunto Joy, dirigiéndose al joven.

—Un café negro, con una do...—comenzó a decir el joven, pero fue interrumpido por la chica. 

—Si, quiero un capuchino con extra-crema, leche light y una rebanada de pastel sin esa cosa cremosa. —

—¿Se refiere al merengue? — Pregunto Joy, anotando todo en su libreta. 

—Si, fuchi, mucha azúcar— respondió la chica con desdén.

Joy mantuvo su sonrisa mientras anotaba el pedido. Al mirar de nuevo al joven pelirrojo, notó que él seguía frunciendo el ceño.

Rewrite The "STARS"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora