Capitulo 18. 𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞𝐧𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐚 𝐀𝐧𝐠𝐞𝐫

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Nunca, jamás en su vida pensó que volvería a experimentar un cansancio tan extremo. Desde que era adolescente, Anger siempre había tenido una conexión natural con el ejercicio era su rutina de todos los días hasta que alguno de sus hermanos mayores lo detuviera. El boxeo se había convertido en su escape, su forma de liberar la presión acumulada de su vida diaria. Cada golpe, cada entrenamiento, era un reto físico que aceptaba con gusto, y había creído que estaba preparado para cualquier disciplina que la vida le arrojara, una manera de escapar de la realidad en la que vivía, una realidad que jamás quería regresar y eso estaba bien para él de cierta manera.

Sin embargo, el ballet... el ballet era otro nivel. Nunca había imaginado que esta forma de arte tan elegante, a primera vista tan simple y delicada, fuera capaz de dejarlo completamente agotado y sin aliento. Al principio, se había acercado con su clásica actitud confiada, pensando que, si podía manejar horas de sparring, un poco de danza no podría ser tan complicado. Pero se equivocaba. Sentía que su cuerpo quemaba, aquellos estiramientos nunca los olvidaría, más cuando sus piernas parecían un compás algo medio abierto y desorientado, cual tenía que ser realmente tomado por un extremo y ser acomodado, eso lo hizo estremecer en más de un sentido.

Desde el momento en que intentó su primera posición básica, se dio cuenta de lo equivocado que estaba. El ballet no solo requería fuerza y resistencia, sino una coordinación y control casi sobrehumanos. El tipo de precisión que exigía le era completamente ajeno. En el ring, sus movimientos eran rápidos, instintivos. Lanzaba un golpe y lo conectaba, o esquivaba con la fuerza de la adrenalina. Pero en el ballet, no podía simplemente moverse; cada paso debía ser calculado, exacto, fluyendo con una gracia que jamás había tenido que emplear antes. Tenía que aguantar la postura y moverse lento a veces rápido, que decir ir coordinado, incluso más de una vez exploto cuando Elsa estallaba en risas por su torpeza, Anna, la hermana menor de la peli plateada estaba ayudándole para que no se lastimara, pero era totalmente inútil. 

Su cuerpo, acostumbrado a los golpes directos y la brutalidad del boxeo, luchaba por adaptarse a esta nueva demanda. Los músculos de sus piernas, entrenados para soportar el impacto de los combates, ahora tenían que encontrar un equilibrio en las puntas de sus pies, y sus brazos, acostumbrados a lanzar golpes poderosos, ahora debían sostenerse con suavidad para no desmoronar todo a su alrededor. Más de una vez, su torpeza lo había traicionado. En una ocasión, al intentar un simple arabesque, se tambaleó hacia atrás y casi derribó los soportes del estudio, sintiéndose como un gigante torpe en medio de un mundo delicado. Sin duda, estaba odiando la danza, la danza de ballet era algo que no se esperaba realizar ni un millón de años, aun cuando necesitaba descansar y lo hizo por unos cuantos minutos y ver el chat familiar donde Joy ya estaba incluida, hizo que su risa traviesa que saliera se borrara de golpe cuando vio fotos de él, sin duda alguna si tan solo pudiera lanzar fuego de la cabeza, todo estuviera en llamas, pero solo leer el mensaje. 

"Se ve lindo." 

Dejo el enojo de alado, volviendo a sonreír fijando aquel comentario.

Pero regresando con el anterior y que no era solo el esfuerzo físico lo que lo estaba agotando; era la concentración mental. No podía simplemente desconectarse como hacía en el ring, donde su cuerpo sabía qué hacer de manera automática. En el ballet, cada paso, cada giro, requería de su completa atención. Tenía que estar consciente de la posición de sus pies, de la alineación de su cuerpo, de la conexión con su pareja. Era como tratar de mantener el control en una tormenta, sin permitir que ninguna parte de él se desincronizara.

Por otro lado, estaba su querida Joy. Tan solo verla moverse con tanta naturalidad, que su cuerpo pudiera flotar con una ligereza que lo dejaba perplejo, hacía que todo pareciera aún más difícil. Para ella, el ballet era como respirar; cada movimiento fluía como si estuviera conectada directamente a la música. Anger, por otro lado, sentía que estaba luchando contra su propio cuerpo a cada paso. Había momentos en los que, exhausto y frustrado, pensaba en rendirse, dejar que Joy continuara sin él. Pero entonces la veía, su mirada llena de paciencia y determinación, y sabía que no podía retroceder.

Rewrite The "STARS"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora