Capitulo. -2 La Puerta Es El... Comienzo

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7:00 a.m. Un nuevo día apenas comenzaba para Joy, una joven adulta que se despertaba con el estridente sonido del despertador. Abrió los ojos y, al darse cuenta de que el reloj estaba a punto de marcar la una, no perdió tiempo en levantarse de la cama, tenderla rápidamente, tomar sus cosas y dirigirse al baño.

Desde que había empezado su vida adulta, Joy se encontraba atrapada en un torbellino de pensamientos. Imaginaba tantas opciones, pero las negativas siempre dominaban su mente. Mientras se miraba en el espejo del baño, sentía como la ansiedad se apoderaba de su interior. Su mente no dejaba de formular preguntas inquietantes: 

Joy respiraba con dificultad, su pecho se sentía apretado y su corazón latía con fuerza. La idea de ser responsable de sus alumnos como maestra de ballet la llenaba de temor. Era una presión horrible que no la dejaba en paz, y 'por un momento, sintió que el miedo la controlaba por completo. Sus manos temblaban mientras se lavaba la cara. el agua fría apenas lograba calmar su mente en ebullición. 

—No puedo echarme atrás, no ahora —se dijo a sí misma, intentando recuperar el control.

Joy soltó un suspiro tembloroso y se miró al espejo. Con una mano, escurría la humedad que se acumulaba en su rostro. Observó sus propias ojeras, testigos mudos de una noche sin descanso, plagada de insomnio y preocupación.

—Vamos, Joy —murmuró, su voz apenas un susurro—. No puedes fallar, no ahora... Tienes que tener fe en ti misma.

Se aferró a esas palabras, repitiéndolas como un mantra. Aunque la ansiedad seguía ahí, latiendo bajo la superficie, decidió enfrentar el día con determinación. No podía dejar que el miedo la paralizara. Tenía que demostrar que podía hacerlo, no solo a los demás, sino a sí misma.

Para no sentir aquella presión, Joy comenzó a exhalar e inhalar profundamente, intentando relajarse. Con cada respiración, sentía cómo su ansiedad disminuía poco a poco. La técnica de respiración le ayudó a calmarse, y con algo de valor reunido, decidió continuar con su día. Después de todo, estaba decidida a no dejarse vencer por el miedo.

Con su bolso en mano, salió de su hogar. No era cualquier casa; era su refugio, una casita con jardín que había conseguido con tan solo 24 años. Un logro notable para su edad, pero no imposible para alguien tan dedicada como ella. Joy había trabajado duro y, sin distracciones, había alcanzado su sueño.

Mientras caminaba hacia su trabajo, saludaba a todos los vecinos con una sonrisa. Su camino diario la llevaba a la cafetería de la tía de su amigo, un lugar que siempre le brindaba consuelo y calidez. Al entrar, la Tía Cass, como todos la llamaban, ya la esperaba con un chocolate caliente y una dona recién hecha.

—Tía, no debiste —dijo Joy, radiante de felicidad, mientras mordía la dona con gusto.

—Oh, cariño, sabes que no es molestia. Puedes venir aquí a comer cuando quieras —respondió Tía Cass, su sonrisa tan cálida como el chocolate.

La alegría de Joy era contagiosa, y Tía Cass no podía evitar sentirse feliz en su presencia. En ese momento, la puerta del café se abrió y su amigo Miguel entró, tomado de la mano de su pareja, ambos radiantes de felicidad.

—¡Hola, Miguel! —saludó Joy con entusiasmo.

—Buenos días, Joy —respondió Miguel, devolviéndole la sonrisa.

Miguel, un chico mexicano que había llegado a través de un intercambio estudiantil, se había convertido en un amigo fiel de Joy. Compartían momentos significativos y recuerdos inolvidables. Todo había cambiado cuando Hiro, su otro amigo, mostró interés amoroso por Miguel. Joy había ayudado a que su relación floreciera, y ahora Hiro, un exitoso empresario en robótica, y Miguel, un músico talentoso, eran una pareja sólida y estable. Su relación era un equilibrio perfecto de apoyo mutuo y amor.

Rewrite The "STARS"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora