Ava y Theo no tienen nada en común.
Son dos páginas con historias diferentes, dos notas totalmente opuestas y dos estrellas alejadas la una de la otra.
Pero se encontraron el uno al otro y se convirtieron en dos páginas de un mismo libro, en dos no...
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Por casi toda la reunión la mente de Ava parecía estar en cualquier parte menos en donde debía estar.
Durante los últimos días lo único que ocupaba su mente era Theodore. Theo y la forma en la que la había mirado aquella tarde en la biblioteca. Theo y sus brillantes ojos azul grisáceo. Theo y la forma en la que sus comisuras se alzan ligeramente cuando sabe que tiene razón en algo. Theo y su elegancia al caminar.
Mentiría si dijera que en el pasado no se le había cruzado por la cabeza la idea de tener algo con él. Cuando lo conoció era un niño lindo y desde siempre había tenido aquella aura misteriosa que llamaba la atención de las chicas, pero entre tercer y cuarto año Theodore tuvo un desarrollo que lo convirtió en uno de los chicos más guapos de Hogwarts. Era fácil caer por él y Ava no fue la excepción.
Sus esperanzas desaparecieron por completo días al Yule Bale. Sabía que era imposible que fueran juntos, pero de todas formas ella tenía la pequeña esperanza de que la invitara. Por supuesto, eso no pasó. Theodore asistió con una estudiante de Beauxbatons y Ava aceptó una invitación de un chico de Durmstrang.
No era un gran enamoramiento, ni siquiera sintió su corazón roto. Simplemente se lo guardó para sí misma y nunca se arrepintió de eso. Su amistad con Theo era lo más valioso que tenía.
Pero este sentimiento era diferente. Ya no era una niña sonrojándose bajo la mirada de un chico lindo. Al pensar en él su corazón se aceleraba, tenía el inevitable impulso de sonreír como boba y sentía aquello que la mayoría llama mariposas en el estómago.
No estaba segura de cuando había empezado aquello. No era algo reciente ni había ocurrido de un día para otro, pero tampoco había sido consciente de ello. Pero aquella tarde en la biblioteca fue como si algo se encendiera dentro de ella.
Probablemente se habría pasado el resto de la reunión pensando en eso, pero fue la mención de Cedric Diggory lo que la sacó de sus pensamientos.
Harry las había invitado a ella y a Lisa a una reunión. Se sorprendió cuando al llegar había algunas personas de su casa, de Hufflepuff y de Gryffindor. Por supuesto, no había ni un solo Slytherin. Todos parecían ser personas de confianza para el trío de oro.
Lo que ellos querían era formar una organización secreta para aprender Defensa Contra las Artes Oscuras, tomando en cuenta que las clases de la profesora Dolores Umbridge se basaban solo en leer la teoría de un libro que parecía más bien dirigido para primer año.
Avalyn admitía que en su momento aquella fue una de sus clases favoritas. Había algo en el uso del análisis, la estrategia y la creatividad para la resolución de problemas que hacía que la clase le resultara fascinante. Pero claro, gracias a Umbridge la clase había perdido todo su atractivo.