Ava y Theo no tienen nada en común.
Son dos páginas con historias diferentes, dos notas totalmente opuestas y dos estrellas alejadas la una de la otra.
Pero se encontraron el uno al otro y se convirtieron en dos páginas de un mismo libro, en dos no...
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Avalyn se miraba en el espejo mientras cepillaba su cabello rubio. Desde la habitación lograba escuchar los murmullos provenientes del pasillo y del piso inferior, donde seguramente todos hablaban de lo mismo que habían hablado durante los últimos días (y probablemente durante todo el verano).
Ella apenas había llegado hace un par de días, se había pasado la mitad del verano con su madre y la otra mitad con Lisa en la casa de veraneo de su familia. Hasta hace un par de días que su tío Remus le había solicitado volver a Grimmauld Place junto a su madre porque era más seguro.
Desde entonces se había pasado la mayor parte del tiempo en su cuarto, ignorando la insistencia de los gemelos Weasley en participar de sus bromas, escribiendo cartas, leyendo o dibujando.
También pasaba tiempo con Ron, Ginny y Hermione. No los consideraba sus amigos, no tenían el nivel de confianza que había con Lisa, así que sentía que de todas formas no podía ser del todo ella misma. Con quien mejor congeniaba era Hermione; días atrás le había recomendado unos libros muggles que le estaban resultando fascinantes.
Parte de ella se sentía decepcionada. Al estar en Grimmauld Place esperaba pasar más tiempo con Sirius. Desde que él escapó de Azkaban y Remus le había dicho la verdad sobre lo ocurrido la noche en que los Potter fueron asesinados, esperaba formar una relación padre e hija con él.
Desgraciadamente, Sirius aún no había podido demostrar su inocencia y eso significaba que debía mantenerse oculto. Pasó muchos meses fuera de Europa y volvió cuando Harry fue seleccionado por el Cáliz de Fuego en el Torneo de los Tres Magos el año anterior. Desde entonces ha tenido que mantener un perfil bajo y con ella pasando gran parte del año en Hogwarts es difícil pasar tiempo juntos.
Cuando el año escolar terminó y Harry anunció que Voldemort había regresado, la Orden volvió a surgir. Remus creyó que lo más seguro sería mantenerla a ella y a su madre alejadas de los asuntos de la orden. Cuando recibió la carta diciendo que fuera a Grimmauld Place se emocionó. Por fin vería a su padre, después de tantos meses de solo comunicarse a través de cartas vagas.
Pero a pesar de estar bajo el mismo techo, Sirius y ella apenas habían cruzado palabra. Avalyn había notado que casi siempre que lo veía, tenía una copa de alcohol en su mano. También había dejado de afeitarse y pareciera que cada vez tomaba menos duchas. Cada vez que habría la boca, era para hablar de lo inservible que se sentía al estar ahí encerrado o para mencionar asuntos de la Orden o a Harry.
Como extrañaba a Lisa.
Harry había llegado la noche anterior. Avalyn no lo había visto; había preferido cenar en su cuarto, cosa que su madre y Remus aceptaron de manera inmediata. Si había algo que admitir, era que ella era la consentida de su padrino. Sin embargo, no podía mantenerse al margen para siempre. Hace un par de minutos Dora había tocado su puerta avisándole que el desayuno estaba casi listo.
