Ava y Theo no tienen nada en común.
Son dos páginas con historias diferentes, dos notas totalmente opuestas y dos estrellas alejadas la una de la otra.
Pero se encontraron el uno al otro y se convirtieron en dos páginas de un mismo libro, en dos no...
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Tal como Theo había dicho, fue solo cuestión de tiempo para que Dolores Umbridge adquiriera más poder en Hogwarts.
Solo habían pasado un par de semanas y ella ya había sido nombrada Suma Inquisidora de Hogwarts. Se daba el lujo de evaluar y acosar a todos los profesores, presentándose en las clases de todos para asegurarse de que sus métodos sean satisfactorios para el Ministro de Magia, según lo que decía ella.
Si bien Dumbledore seguía siendo el director, apenas se le veía por el castillo y estaba claro que por el momento se encontraba de manos atadas ante la situación.
Hasta ahora, Umbridge ya había prohibido la música a la hora de estudiar, los productos que vendían los gemelos Weasley y le llamaba comportamiento inapropiado a casi cualquier actividad que implicara diversión para los estudiantes. Filch estaba disfrutando atrapar estudiantes realizando actividades que ameritaban un castigo y los prefectos estaban bajo mucha presión.
Eso significó que durante las últimas semanas Ava y Theo apenas se habían visto. Su contacto se había limitado e incluso a veces, cuando nadie lo notaba, se miraban el uno al otro en los pasillos o entre clases. Se extrañaban y esperaban que esa situación realmente no durara demasiado.
Aquella tarde hubo un nuevo escándalo; Umbridge intentó echar a la profesora Trelawney del castillo, a lo que Dumbledore interfirió. De todas formas, por el momento la profesora no seguiría impartiendo sus clases.
En aquel momento Ava se encontraba en la biblioteca. Tenía la intención de estudiar, pero sin darse cuenta sus dedos comenzaron a trazar líneas sobre el pergamino, que pronto se transformaron en el boceto de un nuevo dibujo. Solo le tomó un par de minutos aceptar que se encontraba dibujando a Theo.
Estaba tan concentrada, que apenas notó cuando alguien se sentó frente a ella.
―¿Te molesta si te acompaño? ―preguntó Harry, a lo que ella se sobresaltó y ocultó el pergamino, no queriendo que nadie lo vea― Perdón, no quería asustarte.
―No te preocupes ―respondió ella forzándose a mostrar una sonrisa―. Y no me molesta, de todas formas, ya estaba por irme ―dijo doblando el pergamino a la mitad y dejándolo entre medio de una de sus libretas.
Harry se mostró algo decepcionado.
Avalyn Black le parecía todo un misterio, un misterio que no le molestaría resolver.
La primera vez que le prestó atención fue en tercer año, cuando supo que ella era hija de Sirius Black. En aquel momento no le pareció muy importante, su rabia se encontraba dirigida hacia Sirius, no hacia una niña que apenas era una bebé cuando sus padres murieron.
