Capítulo 7

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El resplandor azulado tan intenso lo sobresaltó

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El resplandor azulado tan intenso lo sobresaltó. José Leonardo maldijo en silencio y se talló los ojos para aliviar el dolor. A un costado, el sol entraba por una ventana, para pegar directamente en su rostro, y dejaba en sombras el resto de la habitación. Estaba recostado en la misma posición y todavía podía oler el incienso que encendió Lucha.

—Creo que esto no sirvió para fregada la cosa —dijo de mala gana.

Al incorporarse se sorprendió de lo liviano que se sentía. Caminó hacia la ventana y notó, extrañado, que solo era una abertura cuadrada en la parte superior de la pared, sin vidrio ni alféizar. Tras dar un vistazo afuera, retrocedió de inmediato, asustado.

Los árboles y la ciudad de Catemaco habían desaparecido y en su lugar encontró un paisaje extravagante. Era una ciudad compuesta por construcciones de diversos tamaños, con techos de cañas y las paredes de tonos rojizos, crema y gris oscuro. Había abundantes canales, repletos de canoas, y amplias calzadas con marejadas de personas vestidas con ropajes extraños.

Los pasos de una persona dentro de la casa lo distrajeron. Se encontró con un hombre parecido a él, aunque de la mitad de edad: apenas superaba los veinte. El joven estaba descalzo, vestía una túnica de algodón alrededor de la cintura, hasta arriba de las rodillas, y otra sobre los hombros, dejando al descubierto el musculoso abdomen. Ambas túnicas tenían un fondo blanco y estaban entretejidas con hilos de colores que formaban diversas figuras.

El joven se arrodilló frente a la estatuilla de piedra sobre la repisa, rodeada por el humo del incienso que ardía a un costado.

José Leonardo se acercó a él con cuidado.

—Buen... buen día, lamento interrumpirlo.

Reconocía lo ridículo de sus palabras, pero no se le ocurrió una mejor forma de presentarse. Si él una mañana descubriera a una persona extraña dentro de su casa, toda la cordialidad del mundo no sería suficiente para disminuir su enojo y desconcierto, ¿por qué reaccionaría de otra forma este joven? Peor aún, considerando la condición física y fuerza del joven, si tomaba a mal su presencia, podría someter a José Leonardo de un golpe.

El joven, sin embargo, pareció no escuchar ni notar que había alguien más ahí; siguió inmutado con su tarea. José Leonardo dio un paso más cerca de él y chasqueó los dedos, aplaudió, hizo ruidos con los pies y agitó la mano frente a sus ojos. Nada, el joven seguía sumido en sus rezos.

En ese momento, recordó las palabras de Lucha, de que sería como un fantasma en otra época, y dio un paso atrás turbado. Era verdad, ¡había viajado en el tiempo! Observó con más atención al joven mientras reflexionaba: si su propósito era visitar su vida anterior, entonces este joven de seguro era él mismo. Siglos atrás, cuando estaba en otra vida, él habitó en este lugar, él se arrodilló frente a estatuilla y, también, dejó su misión inconclusa y formó un vínculo al futuro.

El espejo de obsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora