Capítulo 21

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Los eventos históricos narrados en esta historia son una reinterpretación y reimaginación de eventos históricos reales

Los eventos históricos narrados en esta historia son una reinterpretación y reimaginación de eventos históricos reales

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José Leonardo intentó escabullirse por la abertura del muro, pero era demasiado pequeña. Corrió desesperado a la puerta y cimbró los barrotes con todas sus fuerzas para intentar derrumbarla.

—¡Maldita sea! —se lamentó y dio un puñetazo a la pared, desesperado.

Afuera, alguien caminó por el pasillo y se detuvo frente a su celda. El juez sospechó que uno de los guardias venía a ordenarle estar en silencio; sin embargo, cuando se abrió la puerta, el hombre en el pasillo le sonrió y se hizo a un lado para dejarlo salir.

—No hay necesidad de exaltarse. Sólo necesitas pedir ayuda para obtenerla —dijo el hombre y, ante la mirada perpleja del juez, explicó—. Disculpa si no vine en tu ayuda antes, es difícil comprender el significado de tu extraño hablar y confieso que, como a Nuscaa y Laxidó, me convenciste de ser un traidor. Soy Tleyótl, creo que nunca tuvimos el honor de conocernos antes.

—Eres el guerrero, el que dejó Tenochtitlan por venir aquí —recordó de sus trances—. ¿Qué haces aquí encerrado?

—Neltiliztitlan se ha sumergido en caos en la última luna. Cuando el Consejo y los demás supieron de un traidor entre los nuestros, muchos se volvieron con recelo hacia mí. Al ser un antiguo seguidor de Tenochtitlan, sospecharon de mis motivos y pusieron en duda mi fidelidad a los antiguos códices. La situación se hizo tan grave que Nuscaa y Laxidó decidieron traerme aquí para salvaguardar mi vida. Al tratarse solo de una medida de protección, Nuscaa me otorgó una llave para salir y entrar a conveniencia —explicó y señaló la celda adyacente—. He escuchado atento toda el relato de tu sagrado nahual. Entiendo que no eres aquel que nosotros conocimos con el nombre de Yoltic.

—¿Y crees que sea verdad?

—Por supuesto. Los sagrados nahuales jamás mienten. Además, cuando fui guerrero en Tenochtitlan encontré múltiples asuntos inexplicables, asuntos siniestros y oscuros que no podía entender hasta ahora.

El nahual salió de la celda y se acercó a ellos.

—Agradezco su asistencia para continuar con nuestra misión —dijo al guerrero.

—Es un honor poder ser de ayuda —respondió Tleyótl con una reverencia—. Vamos, no hay tiempo qué perder.

 Vamos, no hay tiempo qué perder

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El espejo de obsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora