Capítulo 16

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Los eventos históricos narrados en esta historia son una reinterpretación y reimaginación de eventos históricos reales

Los eventos históricos narrados en esta historia son una reinterpretación y reimaginación de eventos históricos reales

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José Leonado trató de controlar el vértigo y el agudo dolor de cabeza asaltándolo. Esperaba escuchar la voz de su amigo o su familia junto a él, pero, conforme los sonidos a su alrededor se hicieron más nítidos, no quedó espacio para la duda: estaba de nuevo en el pasado, la voz grave de Tlacaélel, a unos metros, era inconfundible.

El malestar físico fue inmediatamente remplazado por la creciente preocupación ante lo ocurrido. Había iniciado un trance sin la intervención de Lucha. Éste era controlado por una fuerza desconocida, quizá por la misma que evitó que escuchara la lectura del destino de Yoltic y que lo despertó del viaje anterior. Si bien regresar de un trance espontáneamente era inquietante, iniciar uno de la misma manera era causa de franco pánico, ¿qué garantías tenía de que regresaría? ¿Cómo sabía que no se quedaría perdido, rondando en una dimensión desconocida, para siempre? Sólo le quedaba tener fe y esperanza –algo difícil a la luz de los eventos recientes.

Al menos el trance era a un punto conocido del pasado y llegó al mismo lugar y momento al que lo habría enviado Lucha. Estaba dentro del palacio de Tenochtitlan, en un salón del piso superior, junto a uno de los jardines interiores. A un costado estaban los consejeros que conoció en su primer trance. A la cabecera se encontraba Tlacaélel dando un discurso efusivo y cautivador que demandaba la completa atención de los consejeros. José Leonardo ignoraba el tema de discusión y estaba demasiado aturdido para intentar seguir el hilo de la plática. Lo mejor era buscar a su pasado.

Tras dar unos pasos fuera del salón, se topó con Yoltic en el vestíbulo, hablaba en privado con Popoca. Al verlo, exhaló aliviado, evidentemente Yoltic pudo dar una justificación adecuada y se salvó de ser expuesto como espía. Si no hubiera sido convincente, Tlacaélel lo hubiera encerrado en uno de los calabazos para hacerlo pagar por su traición.

Era inútil seguir mortificado por el trance espontáneo, no podía resolverlo y seguir dando vueltas al asunto sólo parecía incrementar su jaqueca. Si estaba aquí, lo mejor sería enfocarse en continuar con su misión y deshacer el lazo lo antes posible. Debía confiar en que Lucha, Daniel y Elena encontrarían la forma de hacerlo regresar.

Caminó hacia Yoltic y Popoca para escuchar su plática. Hasta donde se quedó, Popoca estaba encargado de seguir a Nezahualcóyotl, ¿qué hacía de regreso en Tenochtitlan?, ¿cuánto tiempo pasó entre su último trance y ahora?

—Necesitamos de su apoyo para nuestros planes —insistió Yoltic—. Nezahualcóyotl tiene una gran influencia con nuestra gente y con nuestros aliados y vecinos. Ese error de cálculo podría ser fatal.

—A mí poco me importa lo que haga o diga ese viejo. Es una molestia de la que me gustaría deshacerme.

Popoca torció los labios.

El espejo de obsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora