Capítulo 18

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**Advertencia: uso de lenguaje altisonante y/u ofensivo**

Los eventos históricos narrados en esta historia son una reinterpretación y reimaginación de eventos históricos reales

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José Leonardo tuvo que recargarse en la pared para controlar la oleada de furia e indignación. Todo este tiempo, todos estos trances, supuso que su pasado era un hombre de honor, sin permitirse explorar otra alternativa, sin poder soportar la idea de que en otra vida fuera capaz de cometer un acto tan vil. Ahora estaba claro: la razón del lazo, la misión incompleta, la destrucción de Neltiliztitlan era por culpa de la traición de Yoltic.

Los siete reunidos miraban a Miztli con repulsión como si su sola presencia fuese algo sucio y denigrante.

—¿Se atreven a entrar a nuestra ciudad? ¿Cómo es posible tal descaro de su parte?

Popoca apretó más el lazo y recargó el cuchillo contra su cuello. Achac dio un paso al frente e hizo un ademán ofensivo dirigido a Miztli y profirió una maldición.

—Son los actos de un puñado de personas desesperadas. No debemos esperar menos de gente de su calaña. Éste es uno de los múltiples espías enviados —aclaró Yoltic inconmovible—, su misión es difundir sus mentiras en Texcoco y así tener un poderoso aliado con Nezahualcóyotl. Incluso pretendían ganarse a Itzcóatl.

—Calla, hermano —reprendió Miztli horrorizado—, ¿qué sucede? ¿Por qué revelas nuestra misión ante ellos?

—No nuestra, Miztli, tuya. Mi nueva misión es revelar las identidades de todos los guardianes para asegurar que ninguno de ustedes escape, para evitar que alguien continúe esparciendo mentiras y atentados en nuestra contra.

—Hermano, ¿qué has hecho?

—He dejado una causa pérdida e inútil. Tú, de todas las personas, deberías entenderlo— dijo Yoltic y añadió en voz alta, dirigiéndose a Popoca—. Nuestro señor no está contento contigo. Era misión asegurar que ninguno de los guardianes se acercara a Nezahualcóyotl. Cometiste un grave error al no darte cuenta de quién era él en realidad. Por fortuna, gracias a mí, pudimos revertir los daños.

—Si tú conocías las verdaderas alianzas de este hombre, ¿por qué no alertaste a nuestro señor Tlacaélel? —inquirió Popoca molesto, desconcertado al ver que se conocían—. ¿O será que retomaste tus viejas alianzas y es todo parte de una jugada en nuestra contra?

—Basta de tonterías. Mis razones no son de tu incumbencia. ¿Olvidas que debía mantener la confianza de los guardianes y convencerlos de mi lealtad? ¿Qué crees que hubieran pensado si no encubría a este hombre?

—La lealtad de los nuestros no está en juicio —intervino Achac—, no intentes justificar tus errores culpando a otros. Los actos de Yoltic jamás han dejado espacio para dudar sobre sus verdaderas alianzas. Me alegra que los dioses lo apartaran de la falsedad de los antiguos códices, y lo guiaran a los nuestros.

El espejo de obsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora