2. Rebelde

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Venti siempre había estado enamorado de la voz de Aether, pero verlo cantando directamente hacia él provocó que su corazón latiera con fuerza. Se quedó en silencio unos segundos mientras sus manos acariciaban los hombros adversos y su mirada se dirigió por inercia a sus labios. La tensión era tan palpable que incluso Aether se sintió extraño. Un cosquilleo recorrió su estómago y soltó un ligero suspiro. Sonrió y su cuerpo prácticamente se movió sólo para abrazar a Venti con fuerza.

—Te quiero mucho, que lo sepas —murmuró—. Me alegra que estés aquí.

Aether llevaba prácticamente toda la semana dándole vueltas al tema de Xiao y era la primera noche que no se quedaba solo llorando en su habitación.

—También te quiero mucho y me alegro de estar aquí contigo —murmuró mientras se abrazaba más fuerte a él—. Deberíamos ir a dormir, aunque... ¿has cenado?

Aether negó con la cabeza sin separarse y suspiró. En realidad la mayoría de veces se saltaba la cena. A mediodía, solía comer fuera o pedir algo más bien por pereza de cocinar.

—Pero no tengo hambre, no te preocupes —respondió—. Podemos ir a dormir directamente.

—No, vas a cenar —sentenció y tiró de su brazo en dirección a la puerta—. Si no hay nada en la cocina llamaremos a algún restaurante, pero no te vas a ir sin cenar.

Ni siquiera tuvo tiempo de replicar antes de ser arrastrado fuera de la habitación, en dirección a la cocina. Aether suspiró de forma exagerada y negó con la cabeza.

—En serio, no tengo hambre. No es tan importante —insistió, aunque no estaba poniendo mucha resistencia para evitar que le llevara escaleras abajo.

—Seguro que tienes hambre y sí, es importante que comas —respondió y una vez llegaron lo soltó y abrió la nevera—. Tenéis mucho dinero ¿por qué solo hay huevos y yogures?

Aether se encogió de hombros y se sentó en uno de los bancos altos frente a la gran isla de mármol donde solía comer.

—No solemos cocinar mucho —explicó—. Mis padres tampoco suelen estar, así que...

—Bueno pues te preparo una tortilla o un par de huevos ¿quieres?

Venti muchas veces tenía que hacer la comida en su casa así que sabía cocinar aunque fuera lo básico.

—Bueno, unos huevos si que me apetecen —respondió Aether con una pequeña sonrisa—. Gracias, en realidad no tienes que molestarte tanto. Ya has hecho bastante.

—Siempre te apetecen huevos, homosexual —bromeó y le dio un beso en la mejilla antes de ir a sacar la sartén—. No es molestia, prefiero hacerte la cena a ti que a mi padre.

El rubio soltó una sonora carcajada y saltó de su asiento para acercarse a Venti. Le abrazó por la espalda de forma cariñosa y le mordió el hombro para molestarle.

—Tienes razón, soy muy gay. Y tú no tienes nada que echarme en cara.

Venti se estremeció y toda su piel se erizó. Sintió tirantez en su ropa interior y se pegó a la encimera para que no se notara pues solo llevaba eso y la camiseta de Aether.

—S-soy bisexual.

—¿Ah sí? —cuestionó un poco sorprendido—. Creo que eso no me lo habías contado.

—Me gustan más los chicos, pero saldría con una chica, sobre todo si es muy dominante —confesó—. Pero no voy a contarte mis fetiches, cállate.

—¡Ahora me lo cuentas! —dijo Aether con diversión y apretó un poquito más el abrazo—. Cuenta cuentaaa, que me da curiosidad. ¿Te gusta que una chica te domine?

Llámame papi (Zhongxi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora