14. Dudas

206 25 27
                                    


Xiao no supo cómo llegaron al baño sin levantar sospechas, pues parecían más que ansiosos al cruzar la puerta. Por suerte había cubículos, algo que en los baños masculinos a veces se echaba de menos. Se metió en uno de ellos y tiró de Zhongli antes de cerrarlo tras él.

—Cómo se nota que es un sitio pijo, nunca había visto el baño de un restaurante tan limpio —susurró Xiao.

—¿A qué clase de sitios has ido tú? —bromeó el mayor y empujó a Xiao contra una de las paredes de aquel estrecho habitáculo—. Si esto te parece pijo, no has visto nada aún. Puedo llevarte a sitios mucho mejores.

—No quieras saberlo —dijo y se puso de puntillas para alcanzar su labio inferior y morderlo—. Llévame al fin del mundo si quieres, que yo iré contigo.

Aquella frase llenó el pecho de Zhongli y su corazón comenzó a palpitar con rapidez. No aguantó más antes de acercarse y besarle con ganas, haciendo desaparecer cualquier mínima distancia que hubiera entre ellos. Xiao estaba esperando que lo hiciera, que le tomara de esa forma. Era la primera vez que intimaban después de la confesión y después de ser oficialmente novios.

El menor volvió a agarrar la entrepierna de Zhongli, pero esta vez trató de desabrochar torpemente su pantalón. Zhongli sonrió en medio del beso y mordió el labio inferior de Xiao de forma juguetona. Genial, le encantaba saber que no era el único nervioso. También quiso tocar, así que se deshizo del botón y después bajó la cremallera. Metió la mano bajo el pantalón y logró tocarle primero. No le sorprendió notar lo duro que estaba. Xiao soltó un gemido que le hizo romper el beso y lo miró a los ojos con súplica.

—Me vas a matar, Zhongli... —susurró.

Poco después consiguió tocarlo también bajo la ropa. Estaba claro que a Xiao le encantaba sentir la erección de Zhongli, se le hacía la boca agua de pensar en aquellas veces que tanto había disfrutado del sexo con él.

—Te aseguro que lo que menos quiero es matarte —bromeó el mayor. Sus besos habían descendido y ahora llenaban el cuello, cerca de su mandíbula y hasta su oreja. Mordió esta última al mismo tiempo que su mano comenzaba a moverse y masajear la erección por encima del bóxer.

Xiao gimió, aunque enseguida se tapó la boca con la mano libre. Aquello era demasiado bueno para ser verdad, no esperaba en absoluto que todo su cuerpo reaccionase al de Zhongli como si hubiera nacido para ello.

—No puedo más, siéntate —ordenó el joven—. Quiero comerte, Zhongli.

—Vaya, que sexy cuando te pones demandante —bromeó y mordió el cuello de Xiao antes de separarse. Resulta que le había gustado demasiado aquel juego peligroso. Obedeció y se alejó de él para tomar asiento en el retrete que, tal como había señalado Xiao, estaba limpio.

Xiao dio las gracias a que aquellos cubículos fueran completamente cerrados, porque no tardó en ponerse de rodillas ante él. Tomó el miembro de Zhongli con la diestra y comenzó a lamer, no sin antes bajar un poco más sus prendas para que estuviera más cómodo.

—Me pasaría el día de rodillas delante de ti —confesó el menor y volvió a pasar su lengua por la zona mientras le miraba a los ojos.

Zhongli gruñó y se mordió el labio inferior. Cada caricia de su lengua enviaba una descarga por su espalda y le hacía temblar. La imagen era incluso mejor y era la guinda perfecta para aquel pastel de sensaciones que le tenían suspirando, y a penas habían empezado.

—Me encantas, joder —susurró con la voz ronca y llevó una mano al cabello de Xiao. Tiró suavemente del mismo—. Vamos, pequeño. Antes de que levantemos sospechas.

Llámame papi (Zhongxi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora