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Me dijo que iba a transformarse en lobo, así que me dio la espalda mientras yo también me giraba para vestirme. Agradecía ponerme de nuevo la ropa porque el frío comenzaba a lastimarme. El viento helado y sus ráfagas al menos secaron con mayor velocidad mi cabello. Me quedé de piedra cuando escuché crujidos y gruñidos detrás de mí, tomó toda mi fuerza de voluntad no girarme para verlo transformarse.

Luego el silencio reinó y una nariz helada acarició mi brazo.

Di un brinco en mi lugar antes de girar y encontrarme a un enorme lobo frente a mí, dos veces más alto que un lobo normal. Sus ojos eran rosas, su pelaje era de un tono rojizo y se veía tan suave y sedoso. Las patas gruesas y fuertes poseían garras afiladas, peligrosas y dolorosas.

No pude evitarlo y llevé mi dedo hacia su nariz, para apretarla como si fuera un botón.

Payasín se lamió la nariz y sacudió la cabeza antes de mostrarme los dientes y me quise reír.

Sin embargo, no teníamos toda la noche. Así que me apresuré a tomar su vestimenta olvidada en el suelo, como solo imaginé que era ropa y las botas, de ella cayeron estrepitosamente el cinturón cargado de navajas y otros artefactos que solo sé que son letales y dos espadas pesadas y largas. Y la máscara.

Recogí todo con tanta rapidez como pude y casi se me sale el aire en cuanto alcé una de las espadas. Dios Santo, tenía que ponerme a hacer ejercicio. Payasín tocó mi espalda y por un momento pensé que me estaba pidiendo que me apresurara hasta que me di cuenta de que yo podía colgar las espadas sobre mi espalda. El traje estaba diseñado para un guerrero.

Cuando terminé, Payasín dobló sus patas. Alguna vez mi padre me pagó clases de equitación, por lo que subí con bastante elegancia y agilidad, luego me agarré como pude con una mano porque en la otra llevaba todo el arsenal de este sujeto.

En cuanto le dije que estaba sujetado, él comenzó a correr.

Apreté mis muslos por inercia sobre sus costillas y me incliné hacia su cuello, para que el viento no me golpeara tanto la cara. Payasín nos llevó por un bosque lleno de animales que poseían unas antenas sobre sus cabezas con luces que iluminaban de forma intermitente los lugares.

Por la velocidad en la que íbamos, no pude apreciar la belleza del bosque como me hubiese gustado. Pronto salimos a un pequeño poblado, donde la mayoría de hogares tenían las luces apagadas. Solo las linternas afuera iluminaban los caminos y algunos locales que mantenían el ruido de las personas dentro. Sin embargo, Payasín me llevó hacia las casas más grandes, evitando a toda costa las zonas donde podíamos escuchar personas.

Algunos guardias caminaban por aquí y por allá, pero Payasín los esquivó con tanta inteligencia que me quedé sin habla. El poblado de pronto se alejó, y las casas grandes disminuyeron hasta que de pronto estuvimos frente a una mansión. No era, por lejos, más grande que cualquiera de los edificios dentro de la Fortaleza, pero sí un poco más que la residencia de la señora P'i.

En lo que parecía la puerta principal estaba una fuente grande y llamativa. Alrededor, había muchos hombres y mujeres caminando de un lado a otro, mirando de forma furtiva por todas partes. Payasín tenía razón: los hombres del señor Ro estaban muy inquietos.

Como estábamos escondidos entre la maleza, me bajé con cuidado y le di la espalda para que se volviera a transformar.

Todavía tenía en mis manos la ropa, las botas, el cinturón y... La máscara.

Si me giraba ahora, podría saber quién era. Salir de las dudas, darle otro rostro, evaluar sus ojos y buscarlo en la fortaleza para encontrarlo sin problemas.

Pero no lo hice.

Porque, por muy mío que él se proclamara, no quería perder su confianza en mí.

— Ten —susurré, extendiendo mi brazo hacia atrás para entregarle su máscara.

It starts with love and it ends with you ❤ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora