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— ¿Qué es todo esto, joven?

Momo dejó la bandeja de comida cubierta sobre el comedor; ella se estaba refiriendo al desorden de joyas y ropa en el suelo. Dejé el libro a un lado antes de comenzar a recoger lo que pude hasta que Momo me ayudó a toda velocidad.

— No las quiero, ¿te gustaría repartirlas con el resto de los sirvientes? —miré las joyas—. Supongo que tendrán algún valor; pueden venderlas o quedárselas.

— Pero son joyas y piezas muy lindas —ella dijo, apreciando los objetos en sus manos con los ojos muy abiertos—. ¿Está seguro que no las quiere?

— No, no las quiero —aseguré—. Además, es una forma de agradecerte que me estés cuidando.

— Usted es muy amable, joven —ella sonrió.

Luego de repetirle que no tenía problema con que se llevara las cosas, ella desapareció con la caja que me trajo y comencé a almorzar hasta que me di cuenta de que no le había dado los libros. Los aprecié un momento en silencio y decidí que los dejaría en la biblioteca del edificio hoy cuando Momo me llevara.

Jimin entró a mi habitación luego de llamar a la puerta y le ordenó a los sirvientes detrás de él que se llevaran los platos sucios mientras me parloteaba acerca de mostrarme su habitación. Sonreí con verdadera felicidad cuando él tomó mi mano. Necesitaba dejar de pensar tanto: el payaso no se iría, desafiando al emperador Jeon y yo no puedo hacer nada para detener ni a uno ni a otro.

Sin embargo, mientras caminaba al lado de Jimin y bajabamos las escaleras me surgieron muchas preguntas.

Me llevó por otra puerta y casi me desinflo cuando descubrí que este palacio estaba lleno de más escaleras. Nada extraño que todos estuvieran tan radiantes: hacían ejercicio todos los días.

— Jimin...

Jimin aplastó su mano sobre mi boca y me miró alarmado.

— Joven Taehyung —dijo con una amable, pero forzada sonrisa—. Debes tener cuidado en cómo se dirige a mí cuando estemos en público.

Cierto.

Asentí y él apartó su mano no sin antes acariciar mi mejilla y mi hombro, como si estuviera arreglando arrugas de mi ropa.

— Su Majestad.

Jimin alzó la mirada de nuevo, alarmado, y apretó los labios con fuerza, pero entendí que quería explotar en risas.

— Joven.... Taehyung —él dijo, conteniendo la risa—. Su Alteza, ¿sí?

¿Cuál era la diferencia?

— Su Alteza, tenía una duda.

Jimin se recompuso, asintiendo con los ojos cerrados.

— ¿Qué se supone que haré en la fortaleza?

Mientras caminábamos, Jimin recibió múltiples reverencias profundas de todas las personas que nos encontrábamos. Era interesante como la fortaleza podía considerarse un pequeño pueblo dentro de la gran nación: había muchos sirvientes, pero miles de guardias, cada uno con los ojos bien abiertos y bien erguidos sobre sus dos fuertes, entrenadas y firmes piernas.

Sus uniformes eran interesantes: trajes negros completos con armaduras, botas altas y con plataforma, cinturones con múltiples cuchillos y dos espadas, algo similar a un arco sobre sus espaldas y una máscara sobre sus rostros para proteger sus identidades y a sus familias.

— ¿Qué quiere decir?

— Todos ayudan en algo dentro de la fortaleza. Sé que no me quedaré mucho tiempo, pero me gustaría hacer algo más que quedarme encerrado en mi habitación.

It starts with love and it ends with you ❤ KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora