Aprender a soñar. ||Israel Reyes||

1. Restaurante "Poncho".

—Felicidades, bicampeón.

Dijo Julián dándome un abrazo con fuerza, yo sonreí correspondiendolo.

—Gracias Juli, la verdad es que no podría estar más contento.

—¿De dónde vino ese talento en la lateral, eh?

Reí un poco encogiendome de hombros.

—Uno de mis amigos tuvo una lesión y me tocó cubrir el área, aunque si te soy sincero, no tenía idea de que podría adaptarme tan bien.

Julián era mi primo, habíamos crecido juntos aunque por desgracia nos habíamos tenido que separar cuando me mudé para la ciudad.

Ahora estaba aquí para abrir su primer despacho de contabilidad después de solo un mes de haber obtenido su título, lo cual me hacía mucha ilusión.

Cuando te crías con una persona se forma un lazo que es casi imposible de romper, no sabía cómo, pero siempre la vida me llevaba a dónde estaba mi primo.

—¿Cómo va la búsqueda de lugar?

Dije mientras caminábamos hacia la salida del aeropuerto, él se encogió de hombros.

—He buscado muchísimo pero no puedo encontrar un lugar que me guste.

—¿Dónde has estado buscando?

Ambos subimos a mi auto.

—En lugares que claramente no puedo pagar.

Dijo riendo un poco.

Sus ojos azules se achicaron un poco tras esta acción.

—Por eso no te preocupes tonto, ¿Cuánto necesitas?

Me miró alzando una ceja y procedió a negarse rotundamente.

—No quiero tu dinero, Isra.

Rodé los ojos.

—No seas orgulloso, estás comenzando y me gustaría mucho ayudarte, por favor dejame hacerlo.

—No es orgullo, quiero demostrarme a mí mismo que puedo hacer esto por mi cuenta, por eso tampoco tomé el dinero de papá.

—O sea que pretendes empezar... desde abajo.

Fui alentando un poco la voz mientras terminaba la oración.

El castaño soltó una carcajada.

—Sé que estás horrorizado, Isra, pero estaré bien.

—Nosotros no nacimos para empezar desde abajo, para eso nuestros padres han trabajado toda su vida, así como nosotros lo haremos para que nuestros hijos algún día no tengan que barrer pisos o atender mesas.

—No cambias.

Dijo buscando algo en su celular.

—¿Por qué lo haría? Así nos educaron.

—No tenemos que ser como nuestros padres, ¿Me vas a decir que cuando comenzaste en el fútbol, empezaste en el primer equipo y con todos los privilegios de los que hablas?

—No es lo mismo, pero sé que si hubiera estudiado una carrera normal hubiera tomado todo lo que papá me ofreciera.

—Te creo.

Rió un poco.

Julián y yo éramos muy diferentes, siempre lo habíamos sido.

Él siempre había tenido la idea de comenzar desde cero, tratar bien a las personas y bla bla.

Yo por el contrario, prefería tomar el camino más fácil, si había uno.

Y no solo éramos completamente opuestos en nuestra forma de ser, también físicamente.