Aprender a soñar. ||Israel Reyes||

20. ¿Podemos hablar?

Los días cada vez se pasaban más rápido, sabía que era por todo el asunto de la boda y mientras más quisiera dejar de pensar en eso, más lo hacía.

Había estado tan ocupada con los preparativos que apenas y me había dado tiempo de llorar, hasta hoy.

Hoy era sábado, estábamos a una semana exactamente del "gran día" y había amanecido más nostálgica que de costumbre.

¿Por qué me había tenido que enamorar del idiota de Israel? ¿Por qué no simplemente seguí odiandolo, si se me daba tan bien?

Había salido un par de veces con Axel y no me malinterpreten, era un chico increíble, pero no era él.

Desbloqueé mi celular y ví su foto, había estado revisando su Instagram cada veinte minutos y ni siquiera sabía porqué, ¿Qué era lo que estaba buscando?

Tal vez algún milagro, alguna historia diciendo que la boda se cancelaba, que se había arrepentido y que se había dado cuenta de que a quien quería era a mí.

Reí sin gracia ante mis pensamientos, claro que sí, campeona.

-Hola.

Dijo mi prima entrando, yo la miré y le hice una seña para que entrara.

-No hemos hablado mucho últimamente pero creo que no hace falta para darme cuenta de que la estás pasando muy mal.

Dijo sentándose detrás de mí y rodeandome con sus brazos.

Eso era algo que hacíamos desde que éramos pequeñas, me hacía sentir protegida y amada y sabía que a ella también.

-¿Por qué se va a casar, Fer?

Dije soltando todas las lágrimas que había reprimido antes.

El pecho me dolía al igual que la cabeza, el cuerpo, todo.

Lo peor de todo era que sabía que las cosas iban a terminar así, ¿por qué me había hecho ilusiones con alguien que sabía que nunca iba a poder ser completamente mío?

Me había lanzado al vacío perfectamente consciente de que, por mucho que lo quisiera, los chicos cómo él nunca terminaban con chicas como yo.

Se lo había dicho a Fernanda incluso, ¿por qué no había podido seguir mi propio consejo?

-Quisiera tener las respuestas a todas las preguntas que seguramente te estás haciendo, pero no las tengo. Israel tomó las decisiones que tenía que tomar para él mismo y tú tienes que hacerlo también. Tienes que decidir seguir con tu vida, por mucho que lo quieras, el mundo no gira a su alrededor.

Un sollozo salió de mí.

-El mío si.

-Pues mal, es guapo y todo, pero hay miles de chicos guapos allá afuera que matarían por una oportunidad contigo.

-Yo no quiero a nadie que no sea él.

-Juli.

Me miró con las cejas fruncidas, yo solo oculté mi rostro en sus piernas.

-Mi vida, te buscan en la puerta.

-¿A mí?

Pregunté confundida y la abuela asintió.

Fernanda y yo nos pusimos de pie y salimos de la habitación.

Imagínense mi sorpresa cuando me dí cuenta de que nada más y nada menos que Samantha, la prometida de Israel, estaba de pie en la puerta de mi casa.

-¿Sam?

Ella alzó la mirada, clavando sus grandes ojos en mi rostro.

-¿Podemos hablar?