23. Me duele.

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—Esto es raro.

Dije mirando a Israel, el soltó una carcajada mientras asentía.

Estábamos en su departamento, ayer había sido uno de los mejores días de mi vida, el día que acepté ser su novia oficial.

Justo ahora estábamos preparando su maleta, tenía partido mañana contra Tijuana y serían visitantes, así que tenía que tener todo listo para irse esta misma tarde.

Pero el castaño no dejaba de intentar besarme y no me permitía terminar de hacer lo que tenía que hacer, no era que me quejara, podía estar así todo el día, pero de verdad quería dejar todo listo antes de tener que irme a casa.

—Estaba pensando que tal vez ahora que somos pareja, podría intentar buscar a alguien más que me ayude con mis asuntos.

—¿Qué?

Me quedé paralizada ante sus palabras.

—Es que es raro que mi novia tenga que arreglar todos mis asuntos y doblar mis boxers, Juli.

—Yo no me quiero quedar sin este trabajo, Israel.

Dije mirándolo fijamente, él me veía como si no pudiera creer lo que estaba diciendo.

—Si es por el dinero, no te preocupes. Yo pagaré tu escuela y lo que necesites, linda, es solo que...

—No y no. No es por el dinero y mucho menos pretendo hacer que me mantengas, me gusta mi trabajo y me gusta ayudarte con todas tus cosas, ¿quien más se sabría tu agenda de memoria?

—No quiero que me lo tomes a mal, enserio, no quiero que te enojes conmigo.

Se acercó a mí y tomó mi cintura, ¿cómo, en el mundo, podría enojarme con este chico? Si no hacía nada más que hacerme sentir la persona más feliz sobre la tierra.

—Entonces deja de decir que no me quieres más aquí trabajando contigo, porque eso sí que me hace enojar.

—Bien, haz de cuenta que no dije nada.

Israel se acercó y me besó, sus labios eran suaves y tan dulces, no podía creer todo el tiempo que había pasado pensando en volver a sentirlos sobre los míos.

—Entonces, como mi asistente claro, ¿te gustaría viajar a Tijuana conmigo y el equipo hoy?

—¿Qué?

Pregunté con una gran sonrisa en el rostro, ¡Claro que quería viajar a Tijuana con él! ¿Qué clase de pregunta era esa?

—Si tú quieres yo puedo pedirle permiso a tus abuelos.

Quería concentrarme en lo que estaba diciendo pero, ¡Qué sonrisa que tenía este chico, por Dios!

—¿Juli?

—¿Eh?

Soltó una carcajada mientras negaba con la cabeza.

—Tienes que dejar de verme como si yo fuera un trozo de carne y tú estuvieras a dieta, me intimidas.

—Deberías estarlo.

Le guiñé un ojo y él rió.

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—¡Nunca había conocido a alguien más terca, por Dios!

—¡Entonces te hubieras ido solo!

Israel bufó mientras yo me cruzaba de brazos.

—Basta, se los suplico.

Dijo Brian, quien caminaba detrás de nosotros con su maleta en la mano.

Estábamos a punto de salir a Tijuana, por esta ocasión me habían permitido viajar en el avión con ellos, con la excusa de que no había encontrado un vuelo y que solo era la asistente de Israel.

Aprender a soñar. ||Israel Reyes||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora