Aprender a soñar. ||Israel Reyes||

9. Con convicciones.

POV Israel.

—Julieta por favor, deja eso solo cinco minutos.

Dije echando mi cabeza hacia atrás, la pelinegra me miró con desaprobación.

—Ya casi termino, ¿ésta o ésta?

Dijo volteando su iPad, mostrándome dos fotos completamente iguales.

—No veo ninguna diferencia.

Ella rodó los ojos.

—Claro que son diferentes, en ésta estás sonriendo con los dientes y en la de la derecha solo con los labios, además tienes diferentes calcetas en ambas.

La miré con una ceja alzada, ¿quién podía fijarse en todo eso?

Hoy por la mañana habíamos llegado a Atlanta, el estado en el que tendrían lugar nuestros siguientes partidos amistosos de preparación en camino al mundial.

Jugaríamos en dos semanas contra Canadá y una semana después, contra Alemania.

Increíble, ¿no?

La verdad es que la llamada me había tomado completamente por sorpresa, sabía que justo ahora estaba en el peor momento de mi carrera y nunca imaginé que me pudieran convocar para esta fecha FIFA.

Aún así, tenía nulas esperanzas de jugar, sabía muy bien que Jorge Sánchez era el titular indiscutible y habían convocado a Brian García también.

La voz de Julieta me sacó de mis pensamientos, giré mi cabeza hacia ella.

—¿Qué dijiste? Lo siento, no te escuché.

—Jorge Sánchez.

Dijo volteando su iPad de golpe.

"Jorge Sánchez sufre una rotura de ligamento cruzado en su primer entrenamiento con la selección, el conjunto tricolor tendrá que pagar una gran suma como indemnización al equipo del futbolista mexicano"

—No.

Dije tomando el aparato entre mis manos.

Me había perdido el primer entrenamiento esta mañana por un atraso en el vuelo, jamás me imaginé que algo como esto pudiera pasar.

—¿Sabes lo grave que es la lesión de Jorge? No podrá jugar en meses.

Dije preocupado mientras me hundía en el sillón del Airbnb que había rentado para Julieta.

Yo me tenía que quedar en el hotel con el resto de los futbolistas, pero había pasado primero a dejarla instalada aquí, tampoco era tan mala persona como para dejarla a su suerte en un lugar que no conocía.

—Esto significa...

—No lo digas.

—Tienes oportunidad de jugar, Isra.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando escuché que me llamó "Isra", pero decidí dejarlo pasar.

—Esto debe ser una broma.

Me puse de pie molesto, la pelinegra me miró como si estuviera loco.

—¿Tienes una idea de lo duro que he trabajado toda mi vida para tener una oportunidad como ésta? He dejado mi sudor y mi alma en el campo en temporadas en las que ni siquiera estoy en la lista preliminar de los jugadores convocados.

—Ahora la tienes, deberías estar feliz. Digo, obviamente es horrible lo que le pasó a ese chico pero...

—No lo entiendes, he estado en mi mejor nivel, en mis mejores momentos, ¿para qué? ¿para que la única oportunidad que tengo de demostrar lo que valgo como futbolista sea justo cuando no soy capaz de retener el balón solo por diez segundos en mis pies?