~Capitulo 09~

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|CADENAS INVISIBLES|

Ella era una chica que estaba encerrada bajo el peso de sus propias cadenas,
una prisión invisible que la mantenía en pena. Sus ojos reflejaban tristeza y soledad, anhelando encontrar sus alas que le permitieran volar.

La vergüenza no me cabe en el pecho, se desborda por cada poro de mi piel y se expande como un torrente de emociones. El calor en mis mejillas crece y trato de evadir a Chiara. Sé que ella no me dejará en paz hasta sacarme todo el chisme sobre que estábamos haciendo el señor ego y yo, juntos. Él besando mi estómago... y yo, ¡Yo lo dejé! ¡Yo me dejé manosear por él! ¡Qué vergüenza! Solo a mí me suceden estos malentendidos.

Me vi forzada a enfocarme en el primer partido del equipo de Renzo, iba de maravilla, la rubia me daba codazos y me animaba a gritar en forma de apoyo.

No lo hice.

En cambio, ella...

—¡Vamos, Renzo! ¡Dales duro! —grita.

Negué lentamente.

—¿Qué estaban haciendo en el baño? —volvió a insistir.

—Nada.

—¿Y lo que yo vi?

—Nosotros... conversábamos.

—Qué bonita forma de conversar.

—Si. Hablábamos sobre... la higiene.

Vale, para las mentiras soy una fracasada.

—Yo creo que en vez de conversar, estaban pensando en procrear bebés. Ya sabes cómo funciona, con el mete saca.

—¡Chiara!

—¡Es la verdad!

Nos mantuvimos en silencio cuando escuchamos la voz de Renzo ladrar una orden a su equipo. Él es el capitán. Organizaba otra jugada para contraatacar al equipo contrario. No sabía mucho sobre el hockey sobre hielo y lo poco que sabía era que es un deporte rápido y agresivo. Los jugadores se deslizaban por el hielo con destreza y habilidad, utilizando sus palos para golpear el puck y marcar goles.

—¿Quieres una paleta? —la rubia saca de una de fresa de su mochila.

—No.

—¿Quieres la paleta de Azrael?

Le pego un manotazo.

—¡Ay, tonta!

—Lo he aprendido de ti.

Chasquea su lengua, aburrida.

—No, Jae. Si aprendes de mí ya tuvieras una mente siniestra.

—Define ser siniestro.

Sonrisa rota de cristal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora