~Capitulo 27~

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Presentes aquí:

AZRAEL MARCHETTI

PRIMERA PARTE

|SONRISA ROTA DE CRISTAL|


La puerta se ha quedado trabada, le tiró una patada y forcejeo para abrirla con el desespero corriendo por mis venas.

—¡Azrael no hay tiempo!

Sigo pateando la puerta una, dos, tres, nada parece abrirla.

—Sal por la ventana.

—¡No hay ventanas, Jean!

—Maldición...

—Salte tú.

—¡No! —grita del otro lado de la puerta—, ¡no te dejaré aquí!

—¡Vete! Solo quedan tres minutos.

—¡No! —Vuelve a replicar—. ¡No saldré sin ti, Azrael!

Mis manos siguieron tirando del pomo de la puerta y por la sudoración extrema éstas se resbalaban. Jean también forcejeaba del otro lado queriendo abrir la puerta que se había atascado conmigo dentro, lo preocupante era que cada minuto y segundo que pasaba era crucial para nuestras vidas. En la pared marcaba la maldita bomba que Niccoló infiltró para matarnos a todos.

Debía de salir, de encontrar una salida cuanto antes, debía de hacer que Jean saliera a salvo. No podía permitir que su vida se viera perjudicada por mi culpa.

Jean pudo abrir la puerta, me hice a un lado al mismo tiempo que la madera cayó en el suelo.

—¡Vámonos!

—¿Por qué no te fuiste?

—¿Me crees un cobarde para dejarte? Eres mi amigo y no puedo dejarte solo.

Le eché una ojeada a la pared. 59 segundos. Aunque nos pongamos a correr no nos alcanzaría para salir.

58 segundos.

57 segundos.

56 segundos...

Compartí una mirada con Jean, él tiró de mi brazo y se aferró a mi cuerpo.

—Puedes llorar —me dijo, yo sabía a lo que se refería y me rompí.

Me dueles mamá.

Me dueles papá.

Me dueles Jae....

¿Por qué? ¿Por qué no me dijeron la verdad? ¿Por qué me mintieron?

Dos días antes...

—¿Azrael? —Jean llama mi atención—, ¿desde cuando bebes? —frunce su ceño arrebatándome la botella de mis manos.

—Solo quiero... tengo...

Jean suelta un bufido.

—Ni siquiera sabes que decir, ¿que es lo que te tiene así? Estás como la mierda.

—Me siento como la mierda —Le doy la razón. Me incorporo sentado en el sofá—. Es una lucha constante conmigo mismo.

—¿O través llegó la depresión?

—Nunca se ha ido, Jean —Froto mi rostro frustrado de sentirme así. Yo solo quiero ser fuerte y no dejar que mis amigos me vean en este estado tan vulnerable, pero últimamente, he sentido un vacío que no logro llenar con nada—. Quisiera... —trago saliva, mis ojos pican, no vayas a llorar, no llores—. Ni siquiera sé el verdadero origen de esta depresión. Sé que un día llegó para nunca más irse. Y me frustra, me frustra fingir que estoy bien cuando no lo estoy.

Sonrisa rota de cristal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora