Sonrisa rota de cristal

~Capitulo 23~

N/A: Si llegamos a los 100 comentarios hago un maratón. Se acercan los capítulos que significarán un antes y un después en toda la historia.

|CITA|

AZRAEL MARCHETTI

Ella solía verse al espejo y decir: odio todo de mí.

Él solía verla, diciendo: amo todo de ella.

Del 01 al 100% de que una flor sobreviva al invierno solo el 30% logra hacerlo.

Esto las hace más fuertes, porque pasan por una temporada dura en donde las demás están ausentes. Como Jae, sí ha logrado sobrevivir a altos y bajos que se le ha presentado en todo el trayecto que lleva viviendo, ¿por qué no puede admirar lo fuerte que es? Por esto mismo tengo la constante necesidad de hacérselo saber, de demostrarle lo que ella no ve por su cuenta propia.

Mi chica es fuerte, más de lo que se puede imaginar, y si alguien la contradice que se muera esa persona. Nadie hará que su sonrisa se vuelva apagar, para eso estoy yo, la ayudaré.

En cuanto llego a ella me siento en la acera, estamos en un área no tan transitada, pasa uno que otro auto. Es de noche y la oscuridad nos arropa con su manto, una estrella desde el cielo brilla con intensidad. Limpio sus lágrimas con mis dedos pulgares y le doy un apretón a su nariz sacándole una sonrisa floja que vaga de emoción.

—Sé porque lloras, tu problema es sobre pensar mucho. Tienes una ansiedad que te está destrozando, no lo hagas más. Nos destruyes a ambos.

—¿A Ambos? —repite.

—Si tú sufres yo también lo hago —Tomo una chapa de una botella y la aviento a la calle.

—Eso suena egoísta.

—Más egoísta es que sigas atrapada en esa jaula que no te deja ser tú misma. Tienes una vida por delante, sonríe mas a menudo, no sabes lo hermosa que eres cuando lo haces, flaca.

—¿Hermosa? Significa mucho que te parezca hermosa.

—Mira hacia arriba —le sugiero, señalando la estrella brillante—. Esa estrella ha sobrevivido e iluminado el cielo por siglos. Tú tienes esa misma capacidad. No dejes que la oscuridad te haga dudar de tu luz.

Ella suelta una risita tímida.

—¿Ahora eres poeta o qué?

—Un poeta enamorado, sí.

—Eres un tonto.

—Y tú una estúpida.

—Idiota.

—Pendeja.

—Azra —Toca mis hombros.

—¿Mmmh? —La miro.

—Te traigo loco, ¿verdad?

—¿Tan ciega eres? —Me pongo de pies y la jalo conmigo.

—¿Para donde vamos?

—Hoy tendremos nuestra primera cita —Jugueteo con un mechón de su cabello—, y no pienso recibir un «no» como respuesta. Es «si» o te obligo.

Las citas para mí son de lo más cliché en toda la historia, no me provoca estar en un restaurante con velas que nos iluminen nuestros rostros mientras nos vemos fijamente a lo ojos, eso es tan anticuado que aburre. Prefiero la diversión, por esto la he llevado a un parques de diversiones, a la fuerza, pero la he traído. No quería poner de su parte y la tuve que echar sobre mis hombros para que dejara de estar haciendo sus pataletas malcriadas.