~Capitulo 25~

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JAELYN

|ACAMPAR|

MINI MARATÓN 2/2

La señora no nos dio tanta información solo mínimas migajas que no servían de nada, tampoco quise insistir porque Azrael me preguntaba que es lo que quería hablar con la chica, (Livia). Por suerte logré distraerlo cambiando de tema.

Ahora empacaba mi ropa en la maleta, a los chicos —Andrea Le Brun—. Tuvo la idea de salir a acampar fuera de la cuidad, Renzo no le gustó para nada y Azrael no fue de mucha ayuda, Chiara si lo apoyó al igual que yo. Necesitabamos despejar nuestras mentes de los problemas que nos suelen rodear a menudo, y que mejor que hacerlo acampando. Solo serían tres días porque la graduación está cerca y tenemos que arreglarnos con tiempo. Yo ya había elegido un vestido, y repasado las líneas del discurso que debía de dar enfrente de miles de personas. Espero hacerlo bien, ¿si los nervios me ganan? ¿O tartamudeo hablando?

Echa fuera esa negatividad.

También hablé con mis padres de cómo me sentía y que asistía a terapia. Verónica me abrazó y me dio su apoyo incondicional, Aurelio fue otra reacción. Les conté todo, desde antes de ser adoptada por ellos y los que mis padres biológicos me hacían. No fue fácil decirlo, en más de una ocasión me vi interrumpida por el tarugo que se formaba en mi garganta.

—A los seis años fui abusada por mi primo. Mis padres nunca me creyeron, esto me trajo problemas de inseguridad y una culpa recayó sobre mí misma. Solo quiero que él pague y que ustedes me apoyen en esto. ¿Pueden?

—Ay, mi niña.

—¿Por qué no nos lo dijiste antes?

—Todo se resume al miedo.

Me envuelven en sus brazos y me permito llorar en ellos, estoy protegida, Niccoló no me volverá a dañar.

Aurelio contactó a su abogado y le explicó el caso.

Tengo pavor de tener que enfrentarme a un juicio en su contra y que mi primo salga como el ganador.

Nunca había estado fuera de casa por lo que mamá hizo que el francés y Azrael le prometieran que iban a velar por el bienestar de Chiara y el mío. La rubia buscaba hablarme pero yo la ignoraba. No suelo ser rencorosa menos con ella que es mi amiga desde que estamos pequeñas, no le perdono lo que me dijo y como me hizo sentir. Solo ve desde su perspectiva, no entiende que aquella vez que encontré a Dante y a su madre, ella seguía de novia de ese chico. Era muy posible que Dante le hiciera creer que solo fueron inventos míos para separarlos.

Quise irme cómoda con una camisa azul con los típicos pantalones negros holgados que suelo usar a juego con unas converse. Me despedí una última vez de mi madre y de Aurelio subiendo al interior del auto. Adelante iban Renzo y Azrael de copiloto, atrás Chiara; el francés y yo.

El viaje fue tranquilo a excepción de la hora en la que Andrea se la pasó cantando para molestar a Renzo que frenó el auto. Rodeó el mismo, le pidió amable a su hermana que se bajara para alcanzar el brazo del rubio y sacarlo, dejándolo tirado en la carretera y seguir el viaje sin él.

—Ni se te ocurra dejar a Le Brun allí —amenaza Azrael.

—No deja de cantar. ¡Me fastidia!

—Ese no son motivos para dejarlo tirado en la carretera.

Andrea tocó la ventana del conductor desesperado desde afuera.

—¡Ábreme la puerta del auto!

Renzo accedió y quita el seguro.

Sonrisa rota de cristal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora