~Capitulo 21~

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Este cap ha sido revisado una sola vez, disculpen las faltas.

ANDREA LE BRUN


|SOMOS|

He despertado de mi hermoso sueño por los gritos furiosos de Renzo.

Sigo adormilado.

Bostezo y estiro mis brazos, me voy incorporando con una lentitud, volviendo a cerrar mis ojos y cuando menos me doy cuenta me he quedado dormido sentado en la cama. Anoche me dormí hasta tarde, eran las 3:00 am, estuve jugando en línea con unos de mis primos, los gemelos Allen. No son mis primos de sangre, ellos son hijos de un amigo fallecido de mi padre y por medio de eso nos conocimos, con el que suelo llevarme es con Tyler, el otro tiene una personalidad impulsiva como mi hermano Jean.

—¡Maldita mierda, abre la puerta! —Renzo grita.

¿Eh?

Abro mis ojos y rasco mi nuca, Renzo sigue gritando. ¿A quien le grita? Finalmente me decido bajar a la cocina y la encuentro vacía, al igual que la sala. ¿Donde está? El sonido del teléfono me saca de mi confusión. Con un gesto automático, lo tomo y veo que tengo varios mensajes del susodicho: "¿Dónde demonios estás?", "¿Tienes el celular en el trasero, Le Brun?" "¡Si se me congela con este frío te voy a matar!" "¿Que no escuchas los golpes? Estoy que rompo la puerta y tú aún no me abres" "¡Ábreme la jodida puerta!"

Miro hacia la entrada de la casa y, efectivamente, el eco de los gritos de Renzo resuena por el pasillo. No me muevo de mi lugar, me quedo proceso en que momento salió de casa que no lo noté. Un golpe, dos golpes, tres golpes, patada, patada, maldiciones. ¿Por qué le da patada a la puerta? Es muy bonita para que la destruya, me asomo por la ventana y lo vi, él seguía tan enfrascado en abrir la puerta que no notó mi espionaje.

Las condiciones climáticas no eran las mejores, en los noticieros se decía que posiblemente hubiera una tormenta inminente. Las nubes grises cubrían el cielo, amenazando con dejar caer una nevada que podría dejar a todos atrapados en sus casas. La idea de quedarme encerrado con Renzo, con su temperamento explosivo, no era lo que había imaginado para el día.

—¡Abre la puta puerta! —escupió con una orden, a mí nadie me tiene que estar ordenando nada. Lo dejé tirado afuera y subí a mi habitación a tomar una ducha con agua calentita mientras Renzo muere de frío—. ¡Maldición! ¡Te mataré!

Abrí la llave tarareando una canción.

Renzo por como seguía se iba a quedar afónico de tanto gritar. Decidí ignorarlo un poco más, disfrutando del agua caliente que caía sobre mi piel, el vapor hacia que mis músculos tensos se relajaran, el agua escurrió por mi mandíbula y se deslizó por mi torso. Después de un rato que me pareció eterno, apagué el agua y me envolví en una toalla. Miré mi reflejo en el espejo empañado, haciendo tiempo para que se terminara de exasperar, entre Azrael y él, Renzo es el más temperamental y siempre quiere estar mandando como si fuera mi padre, eso me cabrea.

Mi aspecto no era el mejor, así bajé a la puerta principal.

—¿Sigues vivo? ¿Renzo? —Abrí la puerta y asomé la cabeza. No había rastro del moreno, ¿donde se metió? Salí al completo para afuera. Alguien me empujó y lo único que escuché fue la puerta cerrándose y él dejándome afuera. No, no, ese sucio—. ¡Abre la puerta hace mucho frío! ¡Renzo! ¡Renzo! ¡Renzo! —Le entré a patadas a la puerta.

Sabía que Renzo no me iba abrir, corrí por el lado donde quedaba la ventana de mi habitación para ver si la había dejado abierta, estaba cerrada. Me entraron ganas de llorar, la frustración se colaba por cada hueso, quise retroceder el tiempo donde estaba en mi camita calentita sin estar apunto de morir de hipotermia. Mis dientes chocaban entre sí mientras el frío se hacía más intenso.

Sonrisa rota de cristal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora